(Incluye video) El volante de pasado en el Más Grande se puso siete camisetas distintas luego de su partida de la institución, en 2011. Se encuentra afrontando su segunda experiencia en el fútbol europeo y juega en el NEA Salamina, de Chipre, donde está teniendo continuidad.

El Millonario es un club gigante. Cientos de futbolistas pasaron por la institución. Muchos triunfaron y fueron recordados por el desempeño que tuvieron o por los títulos que conquistaron. Y muchos más fueron olvidados. Claro, no es nada sencillo dejar una huella en Figueroa Alcorta 7597, lugar en donde se vivieron momentos de gloria absoluta.

Entre los futbolistas que no pudieron dejar una marca, a pesar de que consiguió dos títulos locales (Torneo Clausura 2004, cuando integraba el plantel profesional, y Torneo Clausura 2008), se encuentra Matías Abelairas, mediocampista de 31 años.

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El Pitu se inició en las Divisiones Inferiores de River y muchos depositaron su confianza en él desde temprano. Tenía buena pegada y remataba bien de media distancia. Sin embargo, nunca pudo asentarse por completo en el club. Tuvo un papel fantástico en la conquista del Torneo Clausura 2008, pero luego no logró sostener el nivel. Y se fue mal. En 2012 le concedió una entrevista a Radio Continental y admitió que no le había gustado la manera en que había partido del Más Grande, que al parecer le debía mucho dinero: “No pude irme bien como yo quería, pero no por un tema mío. Yo puse la mejor predisposición y tenía ganas de seguir. Passarella me había ofrecido un contrato de 3 años. Si fuera por mí, jugaba siempre en River, porque lo amo. Pero había una deuda muy grande de dos años. Eso quise hacerle entender a él. No hubo buena predisposición de Passarella. Fue por eso que decidí no renovar el contrato”.

¿Qué fue de su vida luego de pasar por el Millonario? En junio de 2011, y luego de que finalizara su contrato, Abelairas partió de La Banda y tuvo una corta experiencia en Glasgow Rangers, de Escocia, donde apenas jugó partidos de pretemporada. A principios de 2012, se fue a Vasco da Gama y disputó muy pocos encuentros oficiales. Un semestre más tarde fue prestado -por seis meses- a Puebla. En el elenco mexicano actuó en 13 duelos oficiales (882 minutos) e integró el plantel que se salvó del descenso. Aun así, en enero 2013, arregló su vínculo con Unión Española (Chile). Allí volvió a tener continuidad después de mucho tiempo y estuvo dos años: ganó el Torneo de Transición 2013 y la Supercopa de Chile.

Tras haber finalizado su vínculo con el conjunto trasandino, el hombre nacido en Olavarría, provincia de Buenos Aires, arribó a FC Vaslui (Rumania) para jugar por primera vez -de manera oficial- en el Viejo Continente. A principios de 2014, arregló su contrato hasta junio de 2015. De todos modos, e inesperadamente, el volante quedó libre a mitad de año por problemas económicos del elenco europeo.

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Después de cuatro años en el exterior, Abelairas regresó al país. Aunque esta vez para defender la camiseta de Banfield y afrontar el Campeonato Julio Humberto Grondona, que contó con 30 fechas. En el Taladro disputó tan sólo 8 partidos oficiales (122 minutos) y pasó inadvertido. A pesar de que tuvo pocas oportunidades, no resaltó y debió cambiar de aire nuevamente. En enero de este año firmó un contrato con Independiente Rivadavia para participar en el Torneo de la Primera B Nacional. Jugó 17 encuentros de manera oficial y gritó dos veces.

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Sin embargo, el período de Abelairas en Mendoza fue demasiado breve. A mitad de año, partió rumbo a Chipre (allí estuvo hace poco tiempo Fernando Cavenaghi) para jugar en el NEA Salamina Famagusta. En el club europeo, fundado hace 68 años, acumula 12 encuentros oficiales (925 minutos) y es uno de los habituales titulares del equipo que marcha octavo en la liga chipriota, con 17 unidades en 14 fechas.

A los 31 años, Abelairas lleva una carrera de mayor a menor, en la cual tuvo muchas idas y vueltas: luego de haber defendido el manto sagrado, vistió siete camisetas distintas, tuvo poca continuidad y muchas partidas. Un detalle sumamente negativo para un jugador que, quizás, no encuentra su lugar en el mundo. Pasó de conquistar dos títulos en River, donde no logró encantar a los hinchas, a ser un trotamundos.

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