A pocos días del Superclásico y con el campo de juego del eterno rival en pésimas condiciones, La Página Millonaria te cuenta qué motivos impidieron que el club de Núñez empleara el mismo recaudo en vano.
Noviembre de 2014. Domingo de lluvia a cántaros. River-Estudiantes de La Plata, suspendido. La decisión, tomada una hora antes del inicio previsto, fue consensuada entre ambas dirigencias. El drenaje del terreno de juego no daba abasto. Tal vez podría haberse jugado el encuentro 90 minutos después que lo programado, pero era necesario darle una respuesta inmediata a los miles de hinchas que estaban en camino al Monumental o a punto de salir.
En aquella tarde noche de Núñez, varios directivos de River se plantearon seriamente la posibilidad de comprar una lona gigante para proteger el césped ante el pronóstico de lluvias intensas. Una idea que lógicamente era tan tentadora como imprescindible para impedir inconvenientes en la organización de un partido cuando las circunstancias climáticas eran desfavorables.
La lona sólo sirve a dos horas del partido
Sin embargo, nunca prosperó ni se habló más del asunto. Mientras en la vereda de enfrente se vanagloriaban por el método, en River el tema habia quedado fuera de competencia mucho tiempo atrás. ¿Por qué? De acuerdo a lo que averiguó La Página Millonaria, hubo varios factores. Además del elevado costo, algo que igualmente no hubiera tenido peso suficiente, el peso de la lona en sí misma sumada al agua de turno generaba un auténtico dolor de cabeza a la hora de retirar.
Como si fuera poco, una lona tiene verdadera utilidad a dos horas de un evento. Es decir que su protección es limitado a nivel temporal e incluso atenta contra el estado del pasto porque le causa diversos efectos nocivos. Por lo tanto, a pesar de que la idea era tentadora para que nunca más pasara lo mismo que en River-Estudiantes y hasta en un compromiso de enorme repercusión mundial como Argentina-Brasil, fue derogada. Un acierto, viendo lo que ahora ocurre en territorio ajeno.
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