Leo Ponzio admite que la idea del retiro ronda su cabeza y que no quiere que sea más tarde de lo debido. Su familia, el mundo que rodea al fútbol y lo que le gustaría hacer una vez que cuelgue los botines.

Con 35 años encima, la idea del retiro va cobrando fuerza. Está latente. Nadie quiere que Ponzio se despida, pero así como en la televisión los tiempos son tiranos, en el fútbol sucede algo parecido.

“La verdad que me hago muchas preguntas y se lo consulto a la gente que ya se retiró. Siempre está la duda sobre si era el momento justo o no. Nunca sabés si será antes de lo debido, de la misma manera que no podés determinar si no lo estás demorando demasiado y terminás mal”, reflexionó el capitán en un mano a mano con Página 12. “A los que les consulto me dicen que lo estire lo más que pueda. Pero yo no quiero. Soy de pensar que es mejor irse antes, pero de la mejor manera. Que la gente diga que podría haber seguido, no que estaba acabado. Y después, hay que ver cómo se sigue, porque hay esposas que cuando el jugador se retira no saben cómo sacárselo de encima para que haga algo. Y espero que eso no me pase”, agregó entre risas.

¿Qué será de su vida una vez que se tome esa decisión? “Me dolería muchísimo perder el vínculo con River o con el mundo del fútbol por no saber dónde ubicarme. Porque el día de mañana podría pensar en tener una oficina en un club y no hacer nada, pero no es lo que quiero. Pretendo ocupar un lugar porque estoy preparado para hacerlo y porque me formé para eso. Entrenador, la verdad, lo dudo mucho”, señaló.

Si no es como entrenador, Leo tiene una figura que le gustaría copiar: “Me gusta mucho lo que hizo Monchi en el Sevilla (Ramón Rodríguez Verdejo, actual manager de la Roma), por cómo contrata y cómo selecciona los talentos. En River sé que no es fácil hacerlo, porque como parece que tiene la billetera más grande que los demás, le piden más. Pero veo que se puede trabajar de base y captar futbolistas desde el momento en el que surgen, antes de que se consagren. Hacer un seguimiento de ese chico. Seguro que se hace, pero no sé si con el seguimiento exhaustivo que se hace allá. Tratan de ver las razones por las que un futbolista cuenta 10 o 20 millones de dólares. Y que el pibe sepa también que lo está siguiendo River. Que llegar a River cueste. En eso me gustaría ayudar”.

En una charla que fue más allá del fútbol, Leo remarcó la importancia de la familia en la vida de un futbolista: “Es lo principal. El ego nos traiciona, por todo lo que viene aparejado con el fútbol. Yo siempre le digo a mi señora que un jugador necesita que su familia no se quede abajo suyo. Lo mejor que nos viene es que todos tengan su profesión y su ingreso y que no sea sólo el futbolista el que trae algo a casa. No nos hace bien que haya que cambiar a la nena y que la cambie otro porque yo soy el jugador. O querer que la comida esté a tal hora en la mesa y no hacer nada. Ahí influye mucho cómo te crían tus viejos”.

“Hoy el gran problema es que muchos padres están en la tribuna sin hacer nada, como un obstáculo, esperando que su pibe llegue a primera para no trabajar más. Mi ejemplo era mi viejo trabajando, no mi viejo esperándome en la tribuna para ver si llegaba a Primera. Y me he encontrado miles de padres y madres que llevan a sus hijos al club y te cuentan: “Venimos a River para que entrene mi hijo”. Y lo primero que les digo es ‘dejelo disfrutar’. Y la respuesta es casi siempre la misma: “Llevo invertida gran parte de mi vida con esto”. Y el pibe tiene seis u ocho años… La carga que le meten. Es una locura. Por eso insisto en que lo principal para el jugador es la familia y tener un representante al lado que entienda las mismas cosas que vos”, aseguró.

El mundo del fútbol no es uno sencillo: “Yo no reniego. Entendí como es. Que ustedes (la prensa) tienen que hacer su trabajo y nosotros el nuestro. Se trata de tener códigos. En cuanto a la prensa, se trata de no hacer daño. Nosotros sabemos cómo suceden las cosas. Me parece que acá en River las cosas están claras. Pero todo lo demás que rodea al fútbol es enorme. Y hay demasiadas cosas. El otro día estaba mirando un partido de San Lorenzo y veía que había un nene llorando. Y mi mujer me dice ‘por qué el padre no hace nada para que el nene no se angustie así’. Y pensaba, cómo puede ser que un nene de ocho o nueve años esté llorando por el fútbol… Es también parte de lo que rodea al fútbol. Ese nene el día de mañana va a jugar un partido de baby y quizás, si perdió y alguien lo cargó, por ahí le da una piña al otro. Es una locura, pero sucede. Ahí es donde no me gusta nada”.

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