Han sido varios los jugadores en el ciclo de Marcelo Gallardo que, luego de un comienzo donde el período de adaptación se hizo un poco más largo de la cuenta, pudieron hacer un click futbolístico y mental para revertir la situación. Y uno de los casos más emblemáticos al respecto es el de Nicolás De La Cruz. El uruguayo no podía potenciar sus virtudes dentro de la cancha en sus primeros tiempos y, a base de confianza, convencimiento y mucho trabajo, se convirtió en un futbolista integral dentro del funcionamiento y fundamental e irreemplazable para la consideración del DT.
¿Cuáles fueron sus secretos? ¿Cuáles fueron los orígenes de todo ese proceso profundo de cambios? El mediocampista explica los factores que fueron determinantes para que el día a día haya dado sus frutos. “No fue nada sencillo. Me costó acoplarme a un equipo con una intensidad muy alta en todos los partidos como es River. Fue un déficit que tuve que mejorar con el tiempo. Pero hoy me siento muy cómodo y tengo más libertad”, sostuvo Nico en diálogo con La Nación. Y agregó respecto a la crítica recibida en aquel momento: “Era normal en su momento el malestar de los hinchas, lo entendía. Y hoy por hoy puedo decir que me gané mi nombre a base de esfuerzo, pero no fue nada fácil.Tuve que superar muchos obstáculos que eran propios de un jugador joven que llega a un fútbol diferente y también tuve que mejorar en lo extrafutbolístico. La gente siempre espera un buen rendimiento de un jugador que llega del exterior y yo encima venía con la presión de ser “el hermano de”, que hace que te miren de otra manera”.
Además, De La Cruz describió como pilar fundamental el trabajo de Sandra Rossi desde lo humano y lo profesional con la neurociencia deportiva. “Sandra fue fundamental.Es nuestra mamá. Nos da muchas herramientas para que después dentro del campo se nos haga todo más sencillo. Siempre está ahí. Yo hice muchos trabajos para manejar la ansiedad y tomarme más segundos para pensar. También para mejorar la visión periférica, buscar espacios libres y trabajar la velocidad mental. Son aspectos que se trabajan en el día a día y después te das cuenta que te sirven muchísimo para resolver mejor una jugada. Son muchas cosas abarcadas que nos hacen mejores en la cancha”.
Finalmente destacó cual fue el partido puntual que marcó un quiebre positivo en su cabeza y en su confianza para llegar a este presente impresionante que lo convirtió en un jugador de Selección. “Me superaba la presión. Sentía una mochila muy importante en la espalda cada vez que entraba. Y el clic se empezó a dar a medida que fui entendiendo lo que es el mundo River y el lugar en el que estaba. No podía quedarme solo con llegar, sino que quería mantenerme durante mucho tiempo en un club tan grande. Y tuve un partido clave en Brasil contra Inter que hice un gol de tiro libre. Ese día sentí un alivio y sabía que era el momento“, cerró.