El 14 de mayo del 2016 un tal Marcelo Barovero apuntaba un pelotazo a la tribuna. Se sacaba la cinta de capitán y era atrapado en brazos fuertemente por cada uno de sus compañeros, mientras el estadio explotaba de aplausos y reverencias.

Nada ni nadie nos podrá hacer olvidar a Trapito, pero necesitábamos un tipo que nos desbloquee la mente y nos permita pasar la página. Que nos haga seguir recordándolo sin el hecho de extrañarlo en el transcurso de cada partido de River. Y, después de un año y medio donde sufrimos tantas frustraciones en el arco, por fin apareció ese hombre a nuestras vidas.

Desde los números todo sería fácil de explicar cuando se trata de Armani, porque al tipo le llevó solamente 15 partidos en el club poder superar el récord de valla invicta de las últimas décadas. Pero lo realmente valorable es que fue absolutamente decisivo en casi todo el trayecto de este invicto de 10 encuentros que cosechamos. Atajadón clave en Paraná, exhibición en Mendoza, demostración de talento y liderazgo en Avellaneda, héroe en Ecuador, oportunismo innato en Sarandí, volada que puede valer la clasificación contra Santa Fe, y apariciones fundamentales contra Central. Un combo demoledor en tan solo 45 días.

Es tan ridículo lo bien que ataja que no logro llegar a la sensación de intranquilidad en cualquier mano a mano o tiro al arco, y hasta suelto una sonrisa después de cada tapada mientras muevo la cabeza de lado a lado. Es tan grande la incredulidad que me genera como su capacidad para resolver situaciones debajo de los tres palos. Por supuesto que no es una buena señal que el arquero sea figura en el 90% de los partidos, pero eso es tan cierto como el hecho de que por fin recuperamos en nuestros corazones la esperanza de que podemos ir nuevamente en busca de grandes títulos, si es que logramos afianzarnos definitivamente como equipo.

Quiero creer que Sampaoli entre una llamada radial y otra va a evitar el papelón y la condena social. La decisión de no llevarlo a Rusia no resiste otro análisis que no sea el de un capricho, y creo que a la larga deberá prevalecer el sentido común. La sensación de imbatibilidad no se consigue en ningún kiosco, y está claro que Franco ha sabido llegar a ese punto en el momento justo.

Es evidente que hoy en el arco nadie lo supera. Y me permito utilizar esta frase porque ha sido repetida y ridiculizada últimamente por un técnico que está puntero hace mil días, peroante cada pregunta que le hacen se refiere a River. Incluso cuando sus hijos le consultan por algún ejercicio del colegio. Sospecho que todavía tiene atragantado en todo su esqueleto el último viaje a Mendoza. Gracias por dejarnos bien en claro todo el daño que les hicimos, Guille. Te manda un fuerte abrazo Armani con la corona de Burger King puesta.

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