Agachar la cabeza siempre está ligado al verbo rendirse, pero toda regla tiene su excepción. Porque existen casos de tipos que han agachado la cabeza sin chistar durante 18 pretemporadas consecutivas en River para enfocarse y mentalizarse, pero nunca para rendirse.


Es que Leonardo Daniel Ponzio no bajó los brazos ni cuando las cosas adentro de la cancha no le salían como él hubiera querido. No dijo basta cuando en algún momento de sus años en el club quedó marginado del equipo, o perdió el puesto porque había otro con un mejor presente. No se dio por vencido ni cuando en sus espaldas carga con 38 años y medio, y todas las batallas futbolísticas habidas y por haber encima. Y tampoco tiró la toalla cuando una pandemia mundial le cortó de lleno 6 meses del camino final de su carrera. No, y no, y no. No se rinde nunca el cabeza dura.


El hombre se desafio una y otra vez a sí mismo, y lo está intentando de nuevo. Se exprimirá y se escurrirá incansablemente sin importar los límites, y seguirá tirando la cuerda hasta que la última gota de sudor profesional se desprenda de su piel. Porque su secreto y su receta estuvieron siempre a la vista. En la manera en la que baja la frente y transforma su mirada en esa sed de competencia que lo caracteriza. Ahí se encuentran las llaves de su legado, del que no hace falta que cuelgue los botines para percibirlo.

 


Mientras tanto entrena cada día firme y agazapado, con la misma intensidad y con el mismo espíritu que lo hacía 18 pretemporadas atrás, y protegido en sus espaldas con ese escudo que supo defender con garras y dientes de León durante tantos años de su vida.