Cuando parecía que Marcelo Gallardo quedaba con un plantel algo diezmado tras las partidas de Julián Álvarez y Enzo Fernández, River aceleró por Pablo Solari y consiguió cerrar su cuarto refuerzo en una operación express. El extremo argentino de 21 años, con pasado en Talleres de Córdoba, fue una de las figuras de Colo Colo prácticamente desde el primer momento que se puso la camiseta del Cacique. De hecho, su primer gol fue para evitar el descenso del conjunto trasandino.

Sin embargo, más allá de la identificación que logró Solari con los hinchas de Colo Colo durante su estadía en Chile, hay una pasado que lo vincula a River Plate, prácticamente desde la cuna. Es que su padre es tan fanático del Millonario que decidió bautizar a sus tres hijos con nombres de futbolistas que dejaron una huella en el club de Núñez. En el caso del nuevo refuerzo del Más Grande, se llama Pablo César Solari en homenaje a Pablo Aimar. Además, sus hermanos se llaman Matías Jesús por Almeyda y Santiago por el Indiecito Solari.

 

Pablo Solari tenía, además, el sueño de jugar en River desde muy pequeño. Eso lo llevó a realizar una prueba cuando tenía 12 años. Viajó desde su San Luis natal hacia Buenos Aires con la ilusión de vestir la banda roja, pero por una decisión familiar decidieron regresar a sus pagos. Consideraban que todavía era muy pequeño y el desarraigo iba a ser difícil de afrontar. Por eso, decidieron esperar otra oportunidad cuando creciera y tuviera unos años más. 

Poco tiempo después le llegó la chance de hacer otra prueba, esta vez en Talleres de Córdoba. En aquel entonces, uno de los capatadores de la T era Sebastián Pait, hoy a cargo de la coordinación del proyecto de Fútbol Formativo de River Plate. Pablo Solari completó su etapa en las divisiones juveniles del elenco cordobés y antes de debutar en Primera emigró a Colo Colo, donde se convirtió rápidamente en figura. Unos años después, está a nada de cumplir ese sueño que tenía desde muy pequeño. La famila Solari, feliz.