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La náusea o los proyectos

La náusea o los proyectos

pablo-desimone

En estos días donde la náusea del fin del ciclo Maradona ha inundado de hedores el ya de por sí viciado aire de la AFA, aún respiramos. En estas horas absurdas, donde ha salido a luz la sinrazón de ser de algo que nunca debió haber sido, aún pensamos. Estamos velando y develando la trama oscura del proceso Selección Nacional Sudáfrica 2010. Y aunque los riverplatenses hemos surfeado la odisea de los últimos diez años, no podemos dejar de seguir sorprendiéndonos cuando la irracionalidad y la bizarría se empecinan en estar de hapenning.

Se siente asco pero también se siente pena. Pena, porque el fútbol argentino es un incordio de frustraciones, de falta de identidad y por la ausencia de un proyecto futbolístico coherente. Un recorrido parecido al de River que a la luz de la direccionalidad actual parece querer enderezarse. Si es creíble aquello de que el fútbol es espejo de lo que en parte somos, la sombra que proyecta sobre nosotros todo este sainete, es patético y vergonzoso. Otra vez se ha opacado la luz del gran mito del fútbol argentino, quien no repara en entreverarse en relaciones utilitarias, matrimonios por conveniencia y luego se siente sorprendido por el adulterio. Mucho menos, si el vínculo es una “menage de trois” donde las otras dos puntas son el Don de Sarandí y el “inentendible” y omnipresente “Dr. Bilardios”, que si “no corta ni pincha” se siente tan ninguneado como inerme.

Nunca tan cierto, aquello de “lo que mal anda mal acaba”. Ya no queda un trapo limpio y toda la mugre de lealtades, hermandades, piquitos, palmadas, abrazos, promesas falsa, denuncias, desmentidas y simulacros nos hartan. En estas horas, cuando el asco nos tapa. Cuando el show de la “vendetta” es esperado por miles de cronistas y cables que buscan sangre, nuevos sexos orales que dar y recibir, la t.v. devuelve la imagen de un Maradona irreal leyendo un escrito… tan lejos de su espontaneidad. Casi como un símbolo de toda la hipocresía ventilada desde el tañir de las distintas campanas.

Ya no queda nada, ¿o sí? El “todo pasa” no parece haber salido tan indemne tampoco. Cuando “los proyectos”, “las políticas a largo plazo”, “las reglas claras”, “el juego limpio” es reemplazado por los afectos y los personajes carismáticos, no hay excusas para sentirse estafado. ¡Esto no se negocia!. Si no la caída es tan escandalosa, que se lleva puesto a otro mito: “la tan mentada generación del 86”. Aquel “intocable” equipo tocado por la varita mágica de un genio, que buena parte del periodismo “Continental” tomó como modelo a seguir, dada su “espíritu ganador” y que son los actores de esta película con final amargo. Pero claro, Maradona ya no juega.

Sin querer caer en demagogias baratas, ni en adulaciones infundadas, solo quiero hacer mención al aire oxigenante que vive este presente de River. Se siente que algo bueno se está gestando, se percibe un color esperanza. Que sin querer o supuestamente “queriendo”-más de lo que uno alcanza a saber del Mundo River- la luz de la salida de aquel túnel –tan angustiante- aparentemente sin salida hoy empieza a aparecer, a pesar de la amenaza del descenso.

La tan mentada “dureza” del Presidente actual ha elegido a un hombre reflexivo, con sentido común, respetuoso y abierto al frente del plantel profesional de futbol. Extraña paradoja, Cappa es la antimagen del dictador. Y nadie le va a negar a Daniel Alberto su carácter. Seguramente que en medio de un hospital de campaña se pueden cometer equivocaciones. Pero observando el trazo grueso, sin conocerlo en la intimidad al Kaiser me interesa que sus decires y haceres sean una misma cosa. En ese sentido se respiran otros aires. Se han realizado incorporaciones importantes, en función de una línea de juego acorde a la historia del club. Era el rescate más profundo que podía hacer River de si mismo. Se redujo un plantel profesional superpoblado de jugadores menores, se compró poco y bien y se están promoviendo aquellas flores que ya maduraron del semillero. Aunque resulte políticamente incorrecto decirlo, es justo reconocerlo. Los Lancini, Cirigliano, Villalva, Lamela, etc, fueron un descubrimiento de Gabriel Rodríguez, un profesional en la búsqueda de talentos que también cayó en la bolsa de la limpieza. No siempre la construcción es lineal, justa, ni perfecta, también se hace camino al andar.

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Ser líder implica pasarse en limpio diariamente para no caer en maniqueísmos –blanco o negro-, ni en la maníaca creencia de sentirse dueño absoluto de la verdad. Si hay equipo arriba, habrá equipo abajo. Basta Argentina de jurar con “ego” a morir. La nausea es síntoma de que algo se está pudriendo. Es parte de la misma transformación. Ahora si se elige vivir bajo las dictaduras de la urgencia y el cortoplacismo, antes que el proyecto, estamos condenados a la intoxicación de farabutes y facilistas. Vamos River, que se puede. Algo se está gestando, lo siento al respirar.

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