No puedo dejar de pensar cómo serán los días de Marcelo Gallardo en esta cuarentena obligatoria por el coronavirus. Activo laboralmente ya que River mantiene un plan de entrenamiento a distancia que contempla monitoreo GPS y donde el club puso a disposición de los jugadores los materiales necesarios para los ejercicios desde sus casas, imagino la ansiedad por la que debe estar pasando.

Es conocido por todos que el Muñeco es un obsesivo de su trabajo. Así lo relató Gustavo Yarroch hace dos años en Infobae. Pasaba más tiempo en Ezeiza que en cualquier otro lugar, incluso que en su casa. Llegaba bien temprano, dirigía el entrenamiento, se quedaba a mirar partidos de Inferiores o Juveniles si los había, desayunaba, almorzaba y merendaba allí. Se apostaba en su oficina a mirar videos y a diagramar entrenamientos con sus colaboradores. Así era un día, tan solo uno, en la vida de Marcelo Gallardo.

¿Y ahora que está obligado a estar encerrado en su casa? Ya no puede oler el césped recién cortado en River Camp, ni caminar por las canchas auxiliares, ni sentarse en su búnker de Ezeiza a pensar estrategias y tácticas. Mantiene una comunicación diaria y constante con su cuerpo técnico y sus dirigidos, proyecta planes futuros para el club, y arma junto a su equipo planes de entrenamiento y trabajo. ¿Pero qué más hace?

¿Habrá retomado las series? Recuerdo que en un podcast con Juan Pablo Varsky confesaba que no era fanático de las series, que "tenía la cabeza en otro lado", pero que miraba Billions. Si no la terminó debe estar poniéndose al corriente de lo que pasa con Bobby Axelrod y su imperio. Sí me imagino su mesita de luz con una pila de libros sobre fútbol y liderazgo, a menos que su pasión por la lectura sea con libros electrónicos.

Su gusto por la pizza, la pasta y el helado de dulce de leche deben estar pasando por un buen momento también. Lo veo luciendo dotes y habilidades culinarias, inventando proezas gastronómicas mientras de fondo suena al palo ACDC o Iron Maiden. Y su día finalizando tarde, bien tarde, de madrugada, después del quinto termo de mate yéndose a acostar pensando otra vez sobre River. Su River, cómo jugar y sobre todo, cuándo. Una pregunta que aún no tiene respuesta, que nos molesta a todos y que casi con seguridad, a él lo desespera.