Se cumplen 34 años de la primera vez que River conquistó América. El 29 de octubre de 1986 el Monumental rebalsaba, el Millonario tenía la oportunidad de conseguir la Copa Libertadores ante el América de Cali y el sueño terminó siendo realidad. El equipo de Héctor Veira venía de ganar 2 a 1 en Colombia y con empatar se consagraba, pero uno de los héroes de Cali volvió a ponerse la capa, esta vez para establecer el 1 a 0 que terminaría siendo definitivo para alcanzar por primera vez la gloria en el continente. Aquel héroe tiene nombre y apellido se trata nada más y nada menos que de Juan Gilberto Funes. Lamentablemente el Búfalo falleció en 1992, pero La Página Millonaria tuvo la oportunidad de hablar con Juan Pablo, el hijo del delantero que recordó con mucho cariño a su papá, al equipo de 1986 y a River Plate como institución.

-¿Qué te contaron de la llegada de tu papá a River?

-Mi papá era un nueve del estilo al que el hincha de River no estaba acostumbrado, pero se terminó ganando a la gente. Por su personalidad, sabía que iba a ser campeón de América y del Mundo. Le daba empujones anímicos a sus compañeros.

-Él llegó a River en el segundo semestre del 86. ¿Cómo fue insertarse a un equipo ya establecido?

-Llegó para los cuartos de final y no siempre es fácil entrar en grupos ya armados y más con tantos caudillos como eran Gallego, Alonso, Ruggeri... Pero se ganó el cariño de todos. Incluso le pegaba cabezazos a la puerta de madera y les decía a sus compañeros “¿Vamos a ser campeones de América o no?”.

-¿Qué significa para vos aquel River del 86?

-Los jugadores del 86 eran animales, defendían como nadie y después sabían que arriba estaba el Beto, mi viejo y Antonio (Alzamendi). Fueron a Colombia en la peor época de amenazas y narcotráfico y ganaron 2 a 1. Eso es tener huevos.

-En el partido de vuelta, tu papá volvió a convertir, ¿qué se siente ser el hijo del héroe de la primera Libertadores que ganó River?

-Respecto al gol de mi viejo al América de Cali en el partido de vuelta, esos treinta segundos simbolizan la personalidad de mi papá. Caerse al piso, lucharla e ir para el frente. Estaba convencido que iba a ser gol, si vos ves el video, cuando le pega el sigue corriendo para festejarlo de una. Estaba mi abuelo en la tribuna y él lo fue a buscar para festejarlo. Todos los puntanos gritaron el gol de mi viejo en la final, sin importar de qué equipo sean. El que estaba haciendo el gol era su amigo.

-Cuándo ves los goles de tu papá, ¿qué sentís?

-Cuando veo los dos goles de mi viejo en las finales de la Copa Libertadores se me pone la piel de gallina. Me da alegría verlos, con el correr del tiempo tomo más dimensión de lo que hizo mi viejo.

-¿Y el rol del Bambino en el vestuario?

-El Bambino dijo que mi viejo era uno de los mejores nueve que vio en su vida. Era un compañero más y muy agradecido con los jugadores.

La relación Funes-Ruggeri y su reencuentro con los campeones

-¿Consideras que los campeones del 86 son reconocidos?

-Hubo un poco de falta de reconocimiento para los campeones de la Libertadores del 86, algunos sienten que no se los reconoce como se merecen. Pero yo debo decir que a mí en River siempre me trataron muy bien.

-¿Cómo viviste el reencuentro de los campeones que hubo el año pasado?

-Estaba en sesión de Diputados (Juan Pablo es diputado provincial en San Luis) y me llamaron de un número desconocido. Era Antonio Alzamendi para invitarme a una reunión de los campeones del 86. Con mucha humildad se presentó y me preguntó si lo conocía. Y yo le dije que obvio que lo conocía. Los muchachos querían un pedacito de Juan con ellos en ese encuentro.

-¿Y cómo te sentiste entre tantas glorias de River?

-Fue como ir a reunión de tíos. Todos fueron muy cariñosos, además de gran parte del plantel estaba Santilli, el presidente de River en el 86, el Profe Weber, Gordillo, Gorosito, Ruggeri...

 

-¿El Búfalo y Ruggeri tuvieron una relación especial?

-Ruggeri era amigo de mi familia, habían compartido plantel en River, Vélez y la Selección. En la reunión del año pasado, Oscar iba saludando a todos muy educado y a mí me saludó al pasar, pero después se dio vuelta, me vio bien, encontró un parecido con mi viejo y me dio un gran abrazo.

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