Juan Amador Sánchez nació en Totoras, Santa Fe y de pibe llegó a Buenos Aires para jugar en Huracán, luego pasó por Boca y Platense. A los 30 años le llegó la oportunidad de jugar en River y no lo dudó. El ex defensor recordó con gran cariño su paso por Núñez y habló de cómo fue la primera concentración de Gallardo –en la que compartió habitación con él y Ramón Díaz-, además dijo que en las prácticas no podían parar a un jovencito Ariel Ortega y también contó por qué se quedaba cinco minutos más en el Monumental después de las prácticas.

Juan Amador Sánchez llegó a River en 1990 y permaneció en el club hasta 1992, en ese período ganó el Apertura de 1991 y tuvo la oportunidad de ver cómo surgían grandes cracks como Gallardo y Ortega, en relación a la primera concentración del Muñeco le contó a La Nación: “A Marcelo Gallardo le pasó lo mismo que me había pasado a mí cuando concentré por primera vez con el Roque Avallay en Huracán: me metí en una camita y no emití sonido. Marcelo concentró conmigo y con Ramón Díaz por primera vez, se acostó y ni habló. Era lo normal. Nosotros ya sabíamos quién era, porque los sábados bajábamos a ver los partidos de la categoría en la que jugaba, que era un espectáculo, hacían de a 5 goles por partido”.

“Pasé por River Camp con chicos de mi pueblo para mostrarles el entrenamiento pero era a puertas cerradas. Le comenté al de seguridad, preguntó y nos hizo pasar. ¡Cómo nos atendió! Con un cariño tremendo. Era Juancito de acá, Juancito de allá, les contó a sus asistentes que había compartido las primeras concentraciones conmigo. Marcelo tiene una calidez diferente”, dijo Juan Amador Sánchez con gran cariño por Marcelo Gallardo quien lo recibió de gran manera cuando pasó a saludarlo por el predio de Ezeiza.

Juan Amador Sánchez contó una anécdota que pinta a la familia Gallardo de cuerpo entero: “Yo suelo ir a comer a un quincho armado con cosas de River donde soy el asador y van el papá y las hermanas de Marcelo, y el padre me agradece por cómo nos portamos con su hijo. Quiere decir que hicimos bien los deberes, son las cosas lindas que te quedan del fútbol. Marcelo es serio, trabajador, no vende humo, y le va como le va porque es un estratega de la puta madre. Y además tiene la humildad de los grandes”.

Las patadas al Burrito en los entrenamientos

A Ortega no lo podíamos parar en las prácticas: a la derecha lo agarraba Basualdo, a la izquierda el Loco Enrique, y por el medio le dábamos entre Higuain y yo, hasta que un día me agarró el Pipa y me dijo: ‘Escuchame, Amador, no le peguemos más a este pibe que nos va a hacer ganar mucha plata’ y ahí empezó la historia de cuidarlo y mimarlo. En mi opinión, Ariel está en un podio donde hay muy poquitos jugadores. Un podio no sólo de River, sino de todo el fútbol argentino”, aseguró el ex marcador central.

El orgullo de haber pasado por River

Sin dudas disfruté mi paso por River. Al terminar los entrenamientos en el Monumental hacía siempre lo mismo: me acostaba boca arriba en el círculo central y me quedaba elongando cinco minutos más que el resto y mirando por el rabillo del ojo todo el estadio. “¿Me podés explicar qué carajo estás haciendo?”, me preguntó un día Daniel (Passarella). “Miro el Monumental y pienso en la historia que hay acá en este pasto, te veo a vos levantando la primera Copa del mundo, veo la cantidad de jugadores que pisaron este pasto y yo soy uno de ellos, y trato de disfrutarlo porque no sé hasta cuándo me voy a quedar”. Sentía eso”, contó emocionado Juan Amador Sánchez.