El arbitraje no es ninguna excusa ni puede ser usado como argumento para explicar, desde algún punto de vista, el endeble y desmejorado presente de River. Es un elemento más a la hora de analizar, pero River no pierde por un mal desempeño de los árbitros, aunque hay partidos en los que los jueces no hacen absolutamente nada para que se cumpla el reglamento y cobran lo que quieren y no lo que vieron.
Por ejemplo, en Nuñez se sintieron despojados (y con razón) después de la mano inexistente que le cobraron a Matías Suárez en la serie de vuelta de los octavos de final de la Libertadores. El pasado miércolescon Patronato el sentimiento fue similar, más allá de toda la bronca y la desilución por la eliminación por penales: el juez Fernando Espinoza no cobró un clarísimo penal por mano de Ojeda y en el segundo tiempo el línea levantó la bandera y anuló una jugada manifiesta de gol de Herrera.
Pasaron 144 días y 29 partidos desde el último penal que le cobraron a River, aquel que pateó Julián Álvarez en el Monumental para sentenciar el triunfo 2-1 sobre Platense en la última fecha de la Copa de la Liga. River no depende de que los árbitros le cobren penales, no juega para buscar el contacto dentro del área, pero aún inmerso en un bajón futbolístico genera la suficiente cantidad de chances y provoca varios errores rivales que terminaron en faltas no sancionadas.
El codazo de Barreto a Borja en cancha de Independiente, el agarrón de Gissi a Borja contra Banfield y la mano de Ojeda en La Rioja son los antecedentes más recientes de fallos omitidos que perjudicaron por de más al Millonario.
Gallardo, que ya explotó contra los árbitros en varias ocasiones, decidió calmar un poco las aguas y luego del paupérrimo nivel de Espinoza en Copa Argentina, prefirió esquivarla polémica: “No quiero hablar más del arbitraje porque excede a lo que pueda decir. Me enfoco en lo nuestro, en lo que no pudimos hacer en esta segunda mitad del año“, dijo el Míster, consciente de que su equipo tiene que mejorar. Una cosa lo quita a la otra: River necesita volver a funcionar y los árbitros hacer correctamente su trabajo.