Siempre tuvimos una hermosa rutina con vos adentro de la cancha. Ese momento en el que tus pelos contenidos por la vincha iban rebotando al ritmo de tu trote para buscar la pelota y ejecutar un córner o un tiro libre. Ahí se paralizaban nuestros universos. En ese hábito sigiloso que antecedía a la mejor parte de tu show. Los segundos previos a que ejecutes una pelota parada el cielo era todo esperanza, y hasta parecía que la red del rival se movía de antemano por acto reflejo.

Desde tu estirpe rockera y verte cantando en un escenario, hasta los festejos de cocodrilo dedicados a tu hijo. Desde la anécdota contando que te acalambraste por la tensión en tu primer entrenamiento en el club, hasta verte emocionado cuando todo el Monumental te ovacionó a los 15 minutos de tu vuelta. Siempre existió un motivo más para encariñarse con tu persona, y eso es algo que no se encuentra a la vuelta de la esquina cuando se trata de alguien que no nació recorriendo nuestros pasillos.

Así funcionó tu magia. Una contorsión corporal perfectamente estética para dejarlo a Orión parado mirando el suelo. Un zurdazo infernal para dejar sin respuestas ni más ni menos que a un tal Franco Armani en una final copera. Un tiro libre que parecía que se iba al corazón de la Sívori o Centenario Alta y terminaba incrustado en el ángulo del arco. Un enganche, una pared o una triangulación para ayudar a construir el fútbol tan vistoso que nos regaló el primer gran equipo de todos los que armó el Muñeco.

Fue el mayor de los placeres, Piscu. No podíamos hacer oídos sordos al anuncio de tu retiro, porque fuiste uno de los culpables del nacimiento de esta criatura enorme futbolística que se ha convertido River en el pasado reciente. Vivimos un ida y vuelta natural que jamás olvidaremos, donde nos invitaste a ver recorridos de la pelota con una parábola imposible para las leyes de la física, y encima supiste tener la personalidad y el optimismo para llenarnos el alma de fútbol con alguna sutileza, o el corazón de gloria con goles inolvidables. Y lograste en momentos claves con tu talento exceder a la lógica y al sentido común, y éso es solamente digno de los elegidos. Gracias por el fútbol, que te va a extrañar tanto como nosotros.