Él antepone el interés propio al ajeno, no quiere que otros tengan lo que pretende. No permite que alguien no vinculado a su idea pueda lograr lo que él ha logrado en tiempo récord. Lo mío es mío y lo tuyo es mío, se podría decir, porque se apoderó de todo lo que se había visto por estas tierras y más.
Él es Marcelo Daniel Gallardo, el hombre que echó por tierra la mentira de la mística y le dio paso a una nueva era, la era dorada para River en términos internacionales. El hombre que entendió que el club más grande del continente no podía conformarse con haber vuelto a lo más alto del fútbol argentino: merecía estar en lo más alto de América.
Porque pudo quedarse en su casa, contento con el rol de ‘casi ídolo’ que tenía después de tres ciclos repletos de magia desparramada por el Antonio Vespucio Liberti. Pero prefirió arriesgarlo. ¿Por qué? Porque es tan egoísta que no quería a otro club en lo más alto. Él deseaba que River fuera el primero a nivel nacional e internacional.
Contrató a un tipo con cuatro lesiones en un semestre y un descenso a cuestas, como Leonardo Pisculichi. Un proyecto de crack que “eligió jugar en Asia por la plata” y no tenía chances de triunfar en River. Y mirá vos, ese enganche zurdito terminó haciendo el gol más importante -o al menos en el podio de los más importantes- del Superclásico. Y sí, Gallardo es un egoísta, Piscu tenía que ser nuestro.
Fue tan egoísta que no dejó que Teo se fuera después del Mundial. Pero cómo, si volvió tarde, estuvo de joda y le importa un carajo lo que le pasa a River. El egoísta Gallardo lo bancó. Y mirá vos, el colombiano metió 11 goles en un semestre y River ganó la Copa Sudamericana. Egoísta, ilógico, incompetente.
Pero qué irrespetuoso, no dejó que Balanta volviera a ser titular después de Brasil 2014. Bancó al “incapaz” de Ramiro Funes Mori, que no es peor que el hermano porque es defensor nomas. Y mirá vos, el mellizo la metió en la Sudamericana, en la Libertadores y River fue campeón de todo lo que se conozca por estos pagos. Desagradecido, egoísta.
Pasó el tiempo y ¿qué hizo el egoísta? En vez de bancar a Mora como titular puso al “gordo” de Driussi. ¿Qué pasó? Driussi metió el gol y River ganó la Recopa Sudamericana. Mal tipo, dejales algo a los demás.
Él es así. No le gusta compartir. Quiere todo para sí mismo. Le gusta ganar. Lo que no sabe es que su egoísmo nos alegra la vida a millones. Y que en dos años logró cumplirnos el sueño a varios. Por eso siempre te vamos a querer Muñeco, porque sos un egoísta de mierda que nos hace más felices día a día. Te amamos, egoísta.
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