Ramón Ángel Díaz es sinónimo de River Plate: como jugador fue elegante y letal y como entrenador inteligente, pícaro y ganador. El riojano había tenido dos ciclos como futbolista del Más Grande sumamente exitosos, el primero fue entre fines de los 70 y comienzos de los ochenta y el segundo a comienzos de los 90. En medio de sus dos pasos por River brilló en Italia y Francia y además jugó en Japón.

Una vez retirado decidió asumir como director técnico de River a mediados de 1995. Su primer partido como DT del Millonario fue un 26 de julio ante Vélez por los cuartos de final de la Copa Libertadores, lo hizo nada más y nada menos que en una de las tantas batallas que el Más Grande y el Fortín tuvieron en la década del 90, la cual dominaron ambos equipos.

River había compartido grupo en la Libertadores del 95 con Peñarol, Independiente y Cerro (U). Los de Núñez clasificaron en primer lugar de la zona al conseguir 12 puntos producto de tres triunfos y tres empates. En octavos de final se midieron contra Universidad Católica y pasó el Más Grande al ganar por un resultado global de 4 a 3.

El Fortín por su parte comenzó su participación en el certamen en octavos de final ya que había ganado la competición en 1994 de la mano de Carlos Bianchi. El debut de Ramón se dio en un Monumental repleto y con Javier Castrilli como encargado de impartir justicia. El visitante comenzó ganando con un gol de Zandoná a los 12 minutos pero Gabriel Amato estableció el empate –que terminaría siendo definitivo- a los 40 minutos del segundo tiempo.

La revancha se disputó en el Estadio José Amalfitani y terminó 0 a 0, en los penales el que avanzó a semifinales fue River tras ganar 5 a 3. Luego llegaría el turno de enfrentar a Atlético Nacional de Medellín en las semifinales y tras una serie que quedó en el recuerdo el que avanzó a la final fue el elenco colombiano que superó al Millonario en los penales, en aquella serie se recuerda un extraordinario gol de René Higuita de tiro libre.

Lo que vino fue glorioso

Siempre se dijo que Ramón fue exitoso por los grandes equipos que siempre tuvo y es una de las injusticias más grandes que se puedan llegar a decir. El riojano condujo un grupo de estrellas a mediados de la década del 90 y consiguió todo: fue campeón de la Copa Libertadores de 1996, la Supercopa Sudamericana del 97 y además obtuvo el tan recordado Tricampeonato –Apertura 96, Clausura 97 y Apertura 97- además también fue campeón del Apertura del 99.

Ya en su segundo ciclo también volvió a gritar campeón y lo hizo en el Clausura 2002. Como no podía ser de otra manera en su tercer ciclo en Núñez –que fue entre 2013 y 2014- ganó el Torneo Final y la Copa Campeonato de 2014. Ramón es una gloria de River y no solamente por haber conquistado tantos títulos sino por haber sabido representar y respetar la historia del club a la perfección.