Carucha, quien tuvo dos pasos en El Más Grande, valoró sus seis años con el manto sagrado y aseguró que en El Salvador, donde ganó dos títulos consecutivos como DT de Santa Tecla, hay hinchas del Millonario. Además, reveló que vio en Gallardo la personalidad para ser entrenador.

Para ningún técnico argentino es fácil consagrarse campeón en el exterior, pese a que sobran los casos. Si un título es difícil de alcanzar, un bicampeonato directamente es motivo de reconocimiento. El caso de Ernesto Corti por ahí no llama demasiado la atención porque sus dos vueltas olímpicas fueron en El Salvador, el país con mayor densidad de población en América, pero su trabajo fue muy exitoso. Aunque se trata de una república sin demasiados éxitos futbolísticos -participó de la Copa del Mundo en México 1970 y España 1982-, la pasión por el deporte más popular del planeta también se vive allí, donde la camiseta de River dice presente, según cuenta el protagonista.

De vacaciones en Argentina, Carucha conversó con La Página Millonaria. Amable, con una tonada cordobesa inconfundible, sorprende con un dato realmente muy particular, una suerte de guiño del destino. “Yo debuté en River jugando un amistoso contra El Salvador, en el estadio Cuscatlán. ¡Lo que son las vueltas de la vida! Volví a El Salvador para dirigir un equipo y salir campeón dos veces en el estadio Cuscatlán. Es un país maravilloso, con muy buena gente y una riqueza natural muy linda”, reveló. A los 54 años, ya pasaron dos décadas desde que se despidió como jugador del Más Grande para cerrar su carrera en Instituto, su otra casa.

Ganador de cinco títulos oficiales con el manto sagrado (Interamericana de 1987, Campeonato 1989/90, Apertura 1993, Apertura 1994 y Libertadores 1996), Corti sueña con dirigir alguna vez al Millonario, pero sabe que hoy está lejos. Cómodo en Santa Tecla, el equipo donde fue entrenador de un ex-River, resaltó el gran trabajo de Marcelo Gallardo, jamás olvida sus dos etapas en Núñez. De hecho, fue protagonista clave en uno de los tres superclásicos más infartantes de la historia: marcó el 2 a 2 transitorio y el inolvidable 3 a 2 de 1987.

-¿Cómo es tu presente como técnico en El Salvador?

-Es muy bueno, hace un año que estoy en El Salvador. Disputamos dos torneos y los ganamos ambos. Son logros no muy frecuentes en tan poco tiempo, en un fútbol que prácticamente no conocía. Junto con los jugadores y el cuerpo técnico, pudimos lograrlo.

-¿Cómo es el fútbol de allá? ¿Qué diferencias hay con el argentino?

-La diferencia quizás es el ritmo de juego, quizás acá hay más. Es un fútbol bastante competitivo, de buen trato de pelota. Hay una linda competencia. Primero hay un torneo regular, después una liguilla como por ejemplo en México, con cuartos, semi y final. Es un torneo bastante atractivo.

-¿Cómo fue tu adaptación?

-Tuve la suerte de encontrarme con un grupo de jugadores que ya venía jugando junto hace dos temporadas, eso ayudó mucho. Un equipo con muy buen recurso técnico. Junto al profe Facundo Altamira ( NdeR: el preparador físico) pudimos agregarle algunas cuestiones que nosotros veíamos que podían ser de beneficio para el equipo. La adaptación fue buena porque me encontré con un grupo de jugadores excelente tanto en lo futbolístico como a nivel personal. Es un grupo muy unido y honesto a la hora de trabajar.

-¿Qué particularidades tiene el fútbol de El Salvador?

-Jugás en un lugar donde hace mucho calor y te ponen a las dos y media o las tres de la tarde, se hace complicado. En la liguilla se juega a ida y vuelta en cuartos y semis, pero la final se juega a partido único en el estadio Cuscatlán, el más emblemático del fútbol salvadoreño. Me gusta que en un partido solo se defina todo.

-¿Cómo llegaste?

-Yo estaba trabajando en Toluca, con la Sub 20. Ahí estaba José Cardozo como técnico de la Primera y uno de los auxiliares era el Maño Ruiz. Empecé a hacer una muy buena relación con José y el Maño. Al Maño le hablan, le piden un entrenador para Santa Tecla, y me dijo “mirá, me están llamando de El Salvador, les dije de vos por si te interesa”. Ahí empezaron las conversaciones, terminó el torneo en Toluca y me decidí a ir a El Salvador. El gestor de todo esto fue el Maño. Su fallecimiento ( NdeR: en marzo de este año) lo tomé mal porque habíamos entablado una gran relación. De hecho, pasamos el fin de año juntos. Tengo una relación de amistad con su hijo Milton y mi hijo también. Fue un golpe bastante duro.

-Tuviste a Abreu en Santa Tecla, él va por un récord mundial en cuanto a cantidad de clubes, ¿te comentó algo sobre ese deseo? ¿Cómo fue su paso?

-Para mí fue una experiencia muy linda porque Sebastián es un jugador de jerarquía. que ha estado en muchas instituciones. De hecho, fue campeón en River. Fue algo especial, tuvimos la suerte de salir campeones, él hizo goles en la final y fue decisivo. En el tramo final de su carrera, tiene como objetivo lograr ese récord. Creo que lo va a lograr sin ningún tipo de inconvenientes, creo que le faltan dos equipos.

-¿Qué tipo de técnico sos?

-Soy un técnico al que le gusta que sus equipos sean protagonistas,que tengan un idea definida de juego y que salgan a buscar los partidos de la misma manera tanto de local como de visitante. En River e Instituto participé de equipos que han intentado jugar bien al fútbol y ser protagonistas.

-¿De qué técnicos tomaste diferentes conceptos?

-He tenido la suerte de tener grandes entrenadores, entre ellos a Menotti, Bilardo, durante mi paso por la Selección ( NdeR: disputó dos partidos), Carlos Griguol, Daniel Passarella, el Tolo Gallego y Ramón Díaz. De todos vas aprendiendo algo. No tengo definido algo de uno en particular. A casi todos los técnicos que te nombré los he tenido en River, que siempre ha intentado ser protagonista.

-¿Veías en Gallardo a un futuro técnico?

-Como jugador era pensante. Siempre tuvo una personalidad importante que, a la hora de ser entrenador, te juega a favor. También se preparó bien, lo ha demostrado tanto en Nacional como River. Ha tenido logros de mucha importancia.

-¿Qué recuerdo tenés de tus dos etapas en River?

-Los mejores recuerdos. En la primera época me tocó tener como compañeros a jugadores que habían salida campeones del mundo en ese momento como Ruggeri, Pumpido, el Negro Enrique. También me tocó tener al Negro Palma, a Caniggia, al Mencho Medina Bello. Fue una experiencia muy linda. La segunda etapa fue la camada de Ortega, Gallardo, Enzo, Hernán Díaz, Astrada. Fueron dos épocas de tres años muy lindas, las recuerdo con mucho cariño.

-¿En qué se caracterizó ese equipo tan ganador de los ’90?

-En esa época aparecían jugadores impresionantes de las Divisiones Inferiores: Ortega, Gallardo, Aimar, que era muy chiquito, Crespo. Era un gran equipo. Fue una década brillante. Con esos jugadores, River logró cosas muy importantes

-En tu primera etapa, hiciste un gol en el famoso Superclásico del 3 a 2, ¿qué significa para vos?

-Era mi primer clásico, me tocó hacer un gol. Erramos un penal al comienzo, íbamos perdiendo, lo dimos vuelta 3 a 2, erró un penal comas y ahí terminó el partido. Fue un partido muy recordado. Para mí, fue un día muy emocionante, era mi primer Superclásico, me tocó hacer el gol del empate 2 a 2 y por la manera en que se ganó. Ahí la gente empezó a reconocer mi esfuerzo y un montón de cosas. Me abrió la puerta para jugar seis años en River.

Apertura 94: arriba, de izquierda a derecha, “Carucha” Corti es el primero del River campeón

-¿Qué tipo de jugador eras y qué puestos ocupabas?

-Lo que más me gustaba era jugar de 5, era donde me sentía más cómodo, más liberado y tenía más campo que cubrir. Ese fue mi puesto, pero también jugué de marcador central durante mi última época en River y hasta de volante por afuera, como número 8.

-¿Qué características debe tener un 5 de River?

-Las que ha tenido siempre. Hoy le llaman el contención. River siempre ha jugado con un número 5 recuperador y rápido para jugar la pelota rápido con los creadores. Debe ser el equilibrio del equipo, como lo es hoy Ponzio y como en su momento lo hicieron Leo (Astrada), Mascherano, el Tolo Gallego, Merlo, (Néstor) Rossi y un montón de jugadores que han pasado por ahí.

-¿Soñás con dirigir a River alguna vez?

-No lo sé. El fútbol siempre da sorpresas, pero por supuesto, ¿a quién no le gustaría tener la posibilidad? Hoy sí lo veo media lejana, pero el fútbol da muchas vueltas, sería algo maravilloso. En River me ha tocado estar con Leo (Astrada) en el cuerpo técnico en dos oportunidades. En una salimos campeones y llegamos a dos semifinales de Copa Libertadores. La segunda etapa no fue tan buena. Ojalá que con Marcelo, que está haciendo muy bien las cosas, tengamos técnico para muchos años más.También me tocó ser observador de jugadores para las Inferiores cuando estaba Rubén Rossi como coordinador. Al poco tiempo, Leo me hizo integrar su cuerpo técnico y en la segunda me tocó dirigir a la Reserva. Tuve a Chichizola, Pezzella, Solari, Lamela, el Keko Villalva, Cirigliano y los hermanos Funes Mori. Era una Reserva que jugaba muy bien.

-¿A quiénes veías con potencial en aquel momento?

-Lamela era un jugador que se destacaba. Cirigliano se quedó un poco, pero tenía un futuro bárbaro. Pezzella marcaba diferencias y el Keko, a pesar de su altura, era un jugador desequilibrante. El que más sobresalía era Lamela.

-¿Qué recuerdos tenés de la gente de River?

-El mejor. Me tocó llegar a River en 1987, de la mano de Timoteo Griguol. Ese año no fue muy bueno, aunque se ganó la Copa Interamericana. Quedamos lejos de la Libertadores y el campeonato, River venía de ganar todo el año anterior. El primer año me costó y después del Superlásico del 3 a 2 la gente empezó a reconocer mi esfuerzo. Tengo palabras de agradecimiento para la gente de River. El que me vio en ese entonces siempre me saluda y me agradece el esfuerzo que ponía en cada partido. Tengo la satisfacción de haber estado en dos épocas porque estuve tres años, River me vendió y después me volvió a comprar para jugar tres años.La gente siempre reconoció muy esfuerzo y le estoy muy agradecido.

-¿Qué significa River en tu vida?

-Para mí fue algo impresionante jugar en River, un equipo tan importante a nivel mundial. Me llena de orgullo haber vestido esa camiseta. Instituto fue mi casa futbolística: ahí me inicié, me retiré y me dio la posibilidad de jugar en Primera y de que River se fijara en mí.