El próximo sábado 11 se cumplirá un mes del último partido que disputó River antes del aislamiento obligatorio que dictó el gobierno nacional. Fue el 8-0 frente a Binacional, en el Monumental, después de una intensa lluvia que hasta hizo dudar sobre si se podría jugar o no ese encuentro. Tres días después, no hubo debut en la Copa Superliga, aunque por propia decisión del club, que decidió cerrar las puertas antes que el resto y no salir a la cancha. Lo que vino después es historia conocida. Lo que pasará más adelante, todavía un futuro incierto.

En medio de la incertidumbre sobre cómo se irá levantando el aislamiento, el fútbol todavía no tiene un plan definido para retomar sus actividades. Y ese parate afecta directamente a las economías de los clubes, de la misma manera que lo sufre todo el mundo: desde autónomos hasta grandes empresas. Sin que ruede la pelota, el primer golpe importante para River es dejar de percibir ingresos por recaudaciones.

 

El club ya pagó los sueldos correspondientes a marzo, incluyendo también a los jugadores del plantel profesional. Las complicaciones pueden presentarse a mediado y largo plazo. Porque todo parece indicar que venta de entradas no habrá por un largo tiempo más allá de que se vuelva a jugar: al comienzo sería a puertas cerradas. Y otra cuestión que puede afectar es si se produce morosidad en el pago de las cuotas sociales, muchas en débito automático (algo que favorece al cobro mensual), pero no se descarta que haya socios que le pongan un freno a eso en el plan de ajuste que cada uno tiene que realizar sobre su economía casera.

Una ayuda importante fue que la Conmebol adelantase el 60% de lo que corresponde a la participación de la primera fase de la Copa Libertadores, lo que representa 1.800.000 dólares. Y, por el momento, no está previsto pedirle a los futbolistas ni al cuerpo técnico que reduzcan su haberes. Tal vez, lo que sí podría darse es que se estiren los plazos de pago de las primas.

Mirando un poco más hacia adelante, la CD está atenta a lo que decida la FIFA respecto a los mercado de pases y las fechas en que estará abierta esa ventana. Porque para la economía de River será necesario transferir a alguno de sus futbolistas y, más allá de que hay interesados en Martínez Quarta, Montiel y Borré, por ejemplo, también existe el temor que los clubes europeos no salgan a comprar como lo hacen abitualmente (ellos también están sufriendo el golpe en sus números). Y otra posibilidad, si salen al mercado, es que las ofertas estén por debajo de lo esperado.

En definitiva, el panorama no es alentador, por supuesto. El golpe de la pandemia se hace sentir para todos y River no es ajeno a esa realidad en la que tendrá que surfear los próximos meses.