Ariel Garcé es un tipo totalmente auténtico y sin pelos en la lengua. En el marco de una entrevista donde abordó muchísimos temas, el Chino contó todos los detalles de lo que fue la historia donde lo fue a buscar a Guillermo Barros Schelotto a la puerta de un bar para arreglar varios asuntos personales que habían surgido en uno de los tantos superclásicos en los que se enfrentaron.

"Me había roto la boca con una patada en el clásico que perdimos 2-1, y me tuvieron que dar 8 puntos. Guillermo fue el jugador con el que más pica tuve, esa vez me quedé recaliente y averigüé dónde paraba. Fui a esperarlo, pero nunca llegó. Más de grande coincidí en algunas reuniones y todo bien, incluso cuando me suspendieron por el doping, me habló y me tiró la mejor", sostuvo en diálogo con Diego Borinsky para el diario La Nación.

El Chino jugando un Superclásico en la Bombonera (Archivo)

El Chino jugando un Superclásico en la Bombonera (Archivo)

Además, el exlateral derecho de River confesó que en un entrenamiento terminó a las piñas con Nelson Cuevas, debido a que el paraguayo lo sobraba en los partidos de fútbol reducido. "Cuevas tenía mucho talento y respetaba a los grandes, pero a mí, que me jugaba el puesto, me tiraba 200 bicicletas y chiches por partido. En un reducido me cansé, lo cogoteé, se fue al piso, hubo un par de manotazos y nada más. A mí no me sobraba nada en River tampoco, y sabía que me podían dar un voleo en cualquier momento".

Durante su juventud y sus primeros años en el fútbol, el Chino no ocultó que tenía salidas nocturnas después de los partidos que se jugaban los domingos o entre semana, y que lo ayudaba mucho que no haya tanta exposición en las redes sociales como en estos tiempos. "Teníamos 20 años, nos sobraba power para jugar dos partidos y salir dos veces por semana. Los miércoles íbamos a Tequila, porque los jueves entrenábamos a la tarde. ¡Por suerte no existían las redes sociales y los celulares con cámaras! Un domingo empatamos y fuimos a Maluco Beleza, un boliche en el centro. Terminamos todos arriba del parlante haciendo coreografías con los brasileños".

Por otra parte, Garcé contó sobre una fuerte discusión que tuvo con Marcelo Bielsa, pero que luego pudo solucionarse rápidamente. "En unos ejercicios, el decía un número y había que salir corriendo y hacer determinadas cosas. Yo era el suplente de Ponzio como lateral derecho. Salía Ponzio y Bielsa le decía "Bien Leo, bien Leo". Lo hacía yo. y nada. En un momento, desde atrás del arco me gritó: "¡¡Garcéeeeee, Garcéeeee, Garcéeeee!!", seis veces. Y yo, que ya venía medio revirado, porque no entendía, me saqué. "¿Qué querés que haga? ¡No me rompás los huevos!". Vino, me puso las manos en el pecho y me pidió disculpas. Después me llamó al vestuario y me contó una historia de Chamot, que no había practicado nunca de titular y terminó jugando. Conmigo pasó lo mismo, porque en la gira terminé jugando yo".

-Su convocatoria al Mundial de Sudáfrica: "Quizás el hecho de que la prensa y mucha gente se tirara en mi contra llevó a Diego a decir: 'Este es mío, ahora este viene conmigo'. Si pasaba desapercibido, capaz no me llamaba, no sé. Al Mundial yo iba a ir igual. Con 10 amigos veníamos poniendo 100 dólares por mes, ya teníamos el pasaje, hostel, auto. La idea era ir a vivir el Mundial en la calle, en los Fan Fest, la típica argentineada. De golpe se complicó: tuve que empezar a sacar pasajes a la familia, y de los caros, sobre la hora. ¡Me salió carísimo el Mundial al final, ja, ja! Pero agradezco a la vida: mi vieja se murió 2 años después y pudo disfrutar esa experiencia; mis amigos, que iban a ver los partidos desde una tribuna lejana, entraron a la concentración y se sacaron fotos con Messi, mi viejo al lado de Maradona, mis tías. fue una aventura tremenda".

-La patada a Riquelme: "En un partido en cancha de Colón, nos metió un tiro libre al ángulo, perdíamos 1-0, yo estaba medio enloquecido y le dije a (árbitro) Loustau, que era nuevito: 'Dame una para Riquelme, una sola, dame una'. Lo volví tan loco, que cuando faltaban cinco minutos me hizo como un gesto de aprobación. O eso me pareció a mí. Lo salí a buscar, pero Riquelme tocó de primera, yo venía con el envión, no me pude frenar y lo levanté por el aire a Colazo. Loustau me expulsó".

-El fanatismo de Gianinna Maradona: "Cuando Gianinna era chica, 10 o 12 años, me enteré a través del Turco Husaín, que tenía contacto con Claudia, que me tenía como referencia y entonces le regalé un par de camisetas. Incluso fui como sorpresa a su cumpleaños de 13, entré por el ascensor de servicio, y cuando Gianinna me vio se puso a llorar. Ahí Claudia me contó que dormía con mi camiseta de River y que Diego se quería matar, o hacia medio esa parodia".