El conductor de los festejos de Boca por el campeonato local arengó a la gente con un cántico tan desafortunado como imbécil e irrespetuoso. En un momento donde los mensajes contra la violencia se viralizan en los medios de comunicación de nuestro país, un tipo con el título de periodista derrapó de una manera difícil de creer.

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Memes, afiches que dan vueltas por las redes sociales y los grupos de Whatsapp, y hasta chistes entre amigos en un asado, son parte del folclore del fútbol argentino, que han estado y seguirán estando, pero con determinados temas, la delgada línea de la broma desaparece.

“Para mí es más importante la persona que cualquier resultado deportivo”, dijo Gallardo el viernes en alusión a los casos de doping de Martínez Quarta y Mayada. En la otra vereda, opuesto completamente al raciocinio y sobre todo a la profesionalidad que un periodista debe pregonar, Ari Paluch en la previa del partido de Boca con Unión, festejando el título local recientemente conseguido, arengó a la gente: “El que no salta, se falopeó”.

Duro. Una frase imposible de excusar. Que la cante la hinchada, que esa melodía baje de las tribunas del estadio, vaya y pase, tampoco está bien, pero es cuanto menos “entendible” dentro del libertinaje que se vive en los estadios del fútbol argentino. Ahora, que un periodista, conductor y escritor, se disfrace de barrabrava es algo inentendible. Pero ojo, no es la primera vez.

Cuando Carlos Tévez fue presentado en la Bombonera en su vuelta al fútbol argentino, Ari Paluch le dio un protagonismo insólito a la barra brava de Boca: “¿Qué le prometemos a la 12?”, le preguntó al actual jugador del fútbol chino, y cuando Tévez dio la vuelta al estadio para saludar en cada rincón, Paluch arremetió: “Carlos, acá no te apures que está La 12”, insólito.

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Esta vergüenza no es propia de Boca. No, no nos confundamos. De hecho muchos hinchas reprobaron su accionar. Va más allá de los colores. Lo ocurrido con los dirigentes de Central y algunos de sus hinchas sirve como ejemplo reciente. En casa ha pasado alguna vez también. Lo que preocupa aún más, es que el protagonista esta vez haya sido alguien vinculado a los medios y que escribe libros de autoayuda. Sí, autoayuda. Alguien en teoría preparado. Ya llegará su pedido de disculpas, con alguna excusa barata que argumente que se dejó llevar por la euforia y la adrenalina. No sirve, el traje de imbécil ya le quedó puesto.

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