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Almeyda y el doble nueve, la fórmula ganadora

Cosas del futbol, nomás. En una semana "bielsista" por excelencia, Almeyda utilizó una fórmula "antibielsista" para ganar: el "doble nueve" – el tándem que formaron Trezeguet y Cavenaghi- de implacable efectividad para justificar su victoria.

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Cosas del futbol, nomás. En una semana “bielsista” por excelencia, Almeyda utilizó una fórmula “antibielsista” para ganar: el “doble nueve” – el tándem que formaron Trezeguet y Cavenaghi- de implacable efectividad para justificar su victoria frente al durísimo Deportivo Merlo. Ambos marcaron cinco de seis en dos partidos y echaron por tierra reglas fijas, normas y todo lo que uno cree y supone de un partido antes de jugarlo.

Expuesto al dilema de “ser o no ser”, Almeyda se la jugó con tres delanteros, a sabiendas que podría estar resignando elaboración de juego. Y fue así…

Hasta el segundo gol y la “colgadita” genial de Cavenaghi, el partido no estaba cerrado ni mucho menos. Durante todo el primer tiempo, el concentrado equipo de Ferraresi que venía de comerse al “Pincha” el martes y con siete partidos sin perder en su haber, revalidó sus convicciones. Mucha presión y dinámica en todas sus lineas y con un Blanco “negro” arriba que por sí solo se ocupó de desparramar a Maidana y a Díaz, por izquierda y derecha. River no hacía pie y no tenía salida. La banda Azul montó un frontón, que raspó muchísimo ayudado por Pablo Díaz, que no se dió por enterado de las amarillas hasta promediar la segunda etapa.

Así las cosas, River era pura impotencia. Todo nacía en la exasperante lentitud de Vega para sacar con la mano, pasaba por la falta de precisión de Ramiro Funes Mori, Ponzio obligado a ser manija sin prosperar ya que el Chori estaba más ocupado en sus chiches que de jugar a un toque y encontrar los espacios donde descansa el futbol de River.

¿Qué quedaba? Algún “invento” de Ocampos, un centro que pudiera acertar Vella y el pelotazo largo a la cabeza de Trezeguet, que pivotea como los dioses y en dos o tres aciertos de contra, River al fin llegó al área.

Un centro de Ocampos encontró el parietal y el salto del “basquetbolista” francoargentino que devolvió el palo y otra vez con la testa tocó a la red como Federer. Un lujo. Demasiado premio para River en ese lapso. Pero “goles son amores” y la expectativa de que empiece otro partido se abría.

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No fue así… no hubo cambios ni en los planteos ni en los protagonistas. Merlo pudo igualar en un cabezazo increíble que desvió el “Chanchi” Estevez y le costó el cambio por Lázzaro, el ex-Tigre. Hasta que de pronto, en otra pelota larga que arranca en una devolución a un toque de espaldas al arco con la “estrella de David”, la bola volvió limpia hacia la derecha y luego a los pies de Dominguez, que esta vez acertó. Finísimo para que el “Cavegol” rompiera su racha de más de 300 minutos sin convertir. Y ahí si…recién ahí, todo fue de River.

Comenzó la fiesta en las tribunas, llegaron los cambios – sin arriesgar demasiado, de hecho el Keko no tuvo su lugar-, y al final el puntinazo del Torito para sacarse toda la furia.

Luego del revolucionario triunfo del humilde Bilbao frente al “imperial” Manchester, el genial “loco” recibió todos los elogios y ponderaciones –altamente merecidas- del mundo futbolístico, tanto que ya se habla del futuro sucesor de Guardiola. Quizás, la única mácula de su carrera, aquella de no haberse animado a juntar al Bati con Crespito, la puso en práctica Matías. Juntó al “Doble nueve” millonario, “La Torre Eiffel y el Torito”, y no
se encimaron, ni se quitaron espacios. Fueron los verdaderos artífices de una victoria que le dio la punta transitoria a River.

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Un equipo que a falta de funcionamiento lo reemplazó con una temible capacidad goleadora en sus dos puntas. Un deport en el que dos más dos no siempre es cuatro y que se ocupa de desmentirnos permanentemente.

Matías Jesús Almeyda, quien mañana será condecorado como “persona destacada en el deporte por su compromiso y trayectoria”, utilizó como fórmula ganadora. Concepto “antibielsísitico” si los hay…

Paradojas del futbol y de este River en el “dilema de ser o no ser”, que ayer sacó un partido chivo de la galera. La belleza estética estuvo en la definición nunca en lo colectivo. ¡Hay que mejorar!

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La prioridad indica: Hay que ganar y no dormirse, viene el Lobo en el Bosque, otra final. A quemar todos los papeles, los libros y repensar partido a partido… No siempre Trezeguet y Cavenaghi, dos animales del gol, se podrán disfrazar de leñadores para salvar la tarde y a Caperucita, quienes requieren muchos cuidados.

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