“Este equipo aparece siempre en las difíciles”. Lo dice habitualmente el Muñeco, y en general ha tenido razón. Uno ve jugar a River y da la sensación de que estamos en el horno, bien adobados, con papas rústicas, alguna buena receta de Mallmann, y lo más preocupante: transpirando sólo por el fuego de la cocina y por nada más. Muchachos, es hora de que el fuego lo pongan ustedes y que transpiren por sus propios medios.
El equipo esta dormido, en modo zombi, liviano
River viene jugando por inercia, muy liviano, a velocidad crucero como dijo Gallardo, en modo zombi, se puede decir de muchas maneras pero todos vemos lo que ocurre en la cancha. Pero elegimos pensar que está un poco dormido. Ésa es la única esperanza. Que esté dormido y que además se despierte ahora, cuando el horno lo empieza a quemar. Y te digo la verdad: yo tengo la esperanza de que se despierte ahora. Porque ya lo ha hecho antes, porque este año ya lo demostró en una parada bravísima en la altura de La Paz, por ejemplo. Porque ya jugó contra Boca y lo tuvo todo el partido contra un arco. Porque, es verdad, faltan Vangioni y Ponzio, pero el espíritu del equipo que siempre fue guapo en la jodida no es otro que el propio Gallardo, que creemos que estará sentado en el banco de suplentes en la cancha de ellos, a salvo del barro y la arena, y también lo estará en Ecuador.
Ahora va a quedar claro si quedó aunque sea una llamita de ese equipo ganador
Es hora de que muchos demuestren por qué juegan en River, por qué deberían jugar en River y no en Huracán, por ejemplo. Ahora va a quedar claro si quedó aunque sea una llamita de ese equipo ganador o si son sólo despojos. Y no hablamos solo de resultados: hablamos de actitud, de concentración, motivación, de ideas claras y de ese factor que empieza con h y sigue con uevo. Es difícil evaluar a River en un partido como el de Trujillanos, en el que por espasmos juega a lo que nos gustaría que juegue y en el que después se deja hacer tres goles contra un equipo eliminado, venezolano, con un jugador menos. En fin. Es ahora o nunca, muchachos. Y nunca, esta vez, es nunca en serio. Mírense las caras entre todos, mírense al espejo, mírense con esa camiseta puesta y déjense de joder.
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