Marcelo Barovero se metió en el corazón del hincha de River para siempre el 27 de noviembre de 2014. Esa noche, el Millonario recibió al rival de toda la vida en el Estadio Monumental por la vuelta de las semifinales de la Copa Sudamericana. A los pocos segundos de haber comenzado el partido, Emmanuel Gigliotti pudo haber puesto en ventaja a la visita a través de un penal, pero Trapito se hizo gigante.
La historia es conocida por todos y muchos señalan ese momento como la fundación de la Era de Marcelo Gallardo que continuó con más títulos inolvidables. Si no fuese por ese hecho, el Más Grande tal vez no hubiese llegado a la final frente a Atlético Nacional y no tendría la Recopa que le ganó a San Lorenzo, además de llegar a la Copa Libertadores 2015 sin ese empuje previo.
De todas estas conquistas fue parte Barovero, quien recordó en una entrevista con Infobae lo que pasó esa noche del 27 de noviembre de 2014. Allí fue consultado sobre la visualización de las jugadas y el trabajo: “Hay momentos en los que estás paralizado, no sabes para dónde ir. Y a veces pasa dentro de la cancha. En definitiva es calmar y reducir todo a que es una jugada. Es un partido. Y a la hora de ejecutar no estar pensando“.
Barovero y una revelación sobre el penal de Gigliotti
“No es que uno tenga razón, pero en el fútbol muchas veces si la pelota pega en el palo y sale, te la da. Nadie sabe en realidad porque no hay fórmula. Pero en ese momento pude reducir todo a lo que era: un penal“, continuó Trapito. Luego, habló de cómo fue ese momento: “Mucho trabajo. El aporte de Sandra Rossi con la neurociencia. Se conjugó todo. Primero, desde el momento que cobraron el penal, yo me alejé de la situación. Había otros encargados para protestar. Todo en medio de una gran adrenalina. Los primeros minutos de cada partido son difíciles porque no te entra aire, no es fácil”.
Su relato siguió con una revelación nunca antes mencionada sobre lo que sintió: “En esa época, encima, se jugaba con gol de visitante… Por eso lo primero que pensé fue ‘me quiero ir’. Pero automáticamente traté de buscar lucidez para enfocarme en lo que había trabajado en la mañana. Habíamos visto los penales de varios pateadores. Tenía que limpiar mis pensamientos”.
“Cuando vi que iba Gigliotti, ya debía elegir de acuerdo a lo que había analizado y tener la frialdad de no decidir hasta los últimos dos pasos”, dice Barovero. El arquero remarca la importancia de la decisión en los últimos pasos: “La primera referencia era cómo estaba posicionado hacia la pelota. Y la segunda, la velocidad de la carrera que él hacía. Si él aceleraba para darle fuerza, le iba a patear cruzado. Si no, iba a abrir el pie como hizo. Después, la sensación de atajar el penal debe ser muy similar a meter un gol“.
Por último, Trapito recordó su festejo tranquilo: “Fui espontáneo. Así soy yo. Fue tranquilo el festejo porque quedaban 90 minutos y estábamos a un gol de que se nos fuera la serie… Porque un gol en contra era casi la muerte. En el arco no podés festejar hasta que llegás al vestuario”.