A sus 38 años, siendo campeón del mundo y consolidado como ídolo, capitán y uno de los mejores arqueros de la historia de River, Franco Armani quiso ir más allá. “Yo no me doy por vencido, nunca me relajo, siempre quiero más“, dijo. Con esa mentalidad, no solo revirtió su mala racha en penales, sino que hasta mostró un cambio total de comportamiento.
En la definición por penales ante Unión, Armani atajó primero la tercera ejecución, a Lucas Gamba. Luego, Colidio metió el suyo y el Más Grande se puso 3 a 2. Venía un penal clave para el Tatengue y allí fue cuando el Pulpo sacó a relucir sus nuevas armas. Un detalle increíble que en el momento pasó desapercibido.

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A lo Dibu Martínez, Armani esperó a Fascendini en el punto penal con la pelota en la mano. Se la dio, se le acercó y le habló para sacarlo de foco. “Ojo eh, ojo“, se pudo leer en sus labios. Caminata segura hacia atrás. Instalado bajo los tres palos, sabiendo que el arco es suyo, postura firme. Vista al frente. Lenguaje corporal de convencimiento, ese concepto que dejó Demichelis y que el arquero demuestra antes de cada tiro.
Fascendini sacó un fuerte remate de zurda, cruzado pero no esquinado. Armani adivinó el palo, voló, y aunque pasó de largo metió un manotazo infernal para despejar la ejecución. Festejo con gestos con las manos, puños al aire, y sonrisa en medio de la ovación. Se supo ganador. Después falló Martínez Quarta y debió definirlo Montiel en el quinto tiro.
El cambio de postura de Armani y sus nuevas mañas
Desde su llegada en 2018, siempre sorprendió el marcado contraste en el oriundo de Casilda entre su postura para atajar, poniéndole siempre el cuerpo a la pelota, volando de palo a palo y con reflejos arácnidos. No así en los penales, donde esperaba cabizbajo, desconfiado, vencido de antemano.
Esa desconfianza se trasladaba a su reacción al remate, tirándose con resignación y desgano, y casi nunca adivinando el palo. Marcas que se fueron acrecentando a medida que pasaban las definiciones y Armani no lograba contener disparos. Este año cambió todo.

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Junto a Jeremías Ledesma y el cuerpo técnico, Armani comenzó a trabajar en los penales. Su punto débil. Los resultados comenzaron a verse en la Supercopa Internacional contra Talleres, donde atajó dos pero River perdió igual por múltiples yerros de los pateadores. Hasta que la serie con Libertad cambió la historia. Resguardado por la presión del Monumental sobre los paraguayos, el Pulpo volvió a tapar dos y esta vez sí, después de ocho series perdidas, el Millonario se sacó la espina.
Pero esta definición con Unión no solo marcó un cambio de racha y ratificó la mejora del arquero, con otros dos penales contenidos. Sino que ya mostró por completo esta nueva versión de Armani ataja penales: seguro, confiado, intuitivo, potente, ganador. Incluso, con un nuevo atributo, sorprendente teniendo en cuenta su bajo perfil, pero efectivo: el de meterse en la cabeza del pateador antes de la ejecución. Un nuevo Armani para una nueva era de River y los penales.





