Ese gol fatídico de Lanús en el minuto 49:46 del segundo tiempo dejará rastros de pesadilla hasta que volvamos a jugar, pero más allá de ese mal trago plagado de bronca e impotencia que hoy nos une, la noche en el Sur también fue capaz de dejarnos una buena e inesperada sonrisa. Buena porque se trata de dos posiciones en la cancha donde River ha tenido dolores de cabeza todo el año.
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E inesperada porque nadie en este mundo hubiera apostado en el inicio de este semestre que Juan Carlos Portillo y Lautaro Rivero iban a conformar una zaga central en conjunto en alguna oportunidad. No porque sus condiciones no lo ameriten, sino por el hecho de saber principalmente que Portillo, dicho por Marcelo Gallardo, llegó al club pensado como volante central, o en su defecto para jugar de 6 o de 3 como en Talleres.
Pero el fútbol suele regalarnos esta clase de cosas que a veces desde la improvisación o la necesidad de cubrir huecos, termina siendo una solución suprema. Porque si vamos al caso ayer ambos futbolistas provocaron la mejor actuación en conjunto de una zaga central de River a lo largo de este año. Desde el complemento y sobre todo desde el nivel sostenido, sabiendo además el contrapunto que hubo con el resto de los futbolistas que los rodearon que estuvieron muy por debajo de la expectativa.
Portillo había tenido un debut oficial en River frente a Godoy Cruz una semana antes donde se lo había visto muy falto de ritmo, algo totalmente lógico sabiendo que venía sin minutos oficiales. La grave lesión de Germán Pezzella obligó al Muñeco a ponerlo de 2, y en Lanús se lo notó a otra velocidad respecto al resto. Pero ayer fue literalmente una fiera ágil en estado de celo que fue una aplanadora física para los rivales en todos los aspectos del juego defensivo.
Y a Rivero se le volvió a notar ese nivel de jugador casi impasable de una muy buena zurda para iniciar las jugadas desde atrás que había mostrado en la cancha de Independiente. Y esa seriedad y templanza que hace parecerle un jugador experimentado, dando a entender que ese paso a préstamo por Central Córdoba le abrió muchos caminos para acortar procesos de maduración.
¿Qué puertas se abrieron para Portillo y Rivero de cara al futuro inmediato?
Primordialmente consolidar la consideración del entrenador. Haberse probado en una cancha difícil entrega llaves que abren puertas a un futuro que deberá ser inmediato porque de acá a un mes y ya empezando por el jueves, River se jugará nuevamente la continuidad tanto en Copa Argentina como en Libertadores. De mínima, ganarse más minutos juntos para ver si se puede terminar de afianzar esta dupla como algo serio de verdad por ejemplo para paradas coperas. Y puntualmente en el caso de Portillo, ya parece estar con la levantada física necesaria para probarlo también en la mitad de la cancha.
River necesita con urgencia que la presencia de los zagueros empiece a influir en el juego y a aportar seguridad inmediata. Mientras Lucas Martínez Quarta convive en un presente de irregularidad y Paulo Díaz muchas veces sobra más jugadas de la cuenta, bienvenida sea esta solución inesperada que podemos llegar a encontrar. Si repiten lo de ayer en el tiempo será imposible que no sean titulares indiscutidos.
