La expectativa era grandísima cuando nos enteramos de la noche a la mañana que River había cerrado a un partícipe de la última final del Mundial de Qatar que además no estaba identificado con el club, y hubiera sido una injusticia total que los hinchas no hubiésemos podido disfrutar el mejor nivel de lo que representa un auténtico campeón del mundo. Los primeros meses para Marcos Acuña con la banda roja no fueron sencillos respecto a su nivel en cancha, pero sus últimos 50 días fueron una hermosa locura total graficada en una transformación enorme para los ojos y el sentir de la gente.
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Primero porque para el gran grueso de la opinión popular fue el que mejor nos representó en un Mundial de Clubes donde en general la columna del debe ocupó mucho más espacio que la del haber. Allí Acuña fue una de las pocas excepciones más que positivas, con rendimientos a la altura de la camiseta y con una personalidad avasallante. No dio una sola pelota por perdida, tomó las mejores decisiones, y nunca se apichonó. Todavía queda en las retinas aquellos cruces tremendos con el neerlandés Dumfries del Inter, con quien ya existía la pica desde Qatar 2022.
Acuña fue la figura de River en el Mundial de Clubes, a puro fútbol y personalidad (Getty)
Y luego porque mantuvo una regularidad absoluta en estos primeros cuatro partidos de River en el segundo semestre del año, donde ya en el cara a cara con la gente en el Monumental empezó a sentirse de manera sostenida el reconocimiento. Las buenas sociedades con Colidio en ataque, la gran rosca que tiene en su zurda para la pelota parada o en movimiento, y esos duelo mano a mano defensivos donde suele ganar con todo su oficio.
Su crecimiento físico, la clave de su presente y su confianza
En la conferencia de prensa posterior a la victoria de River en Santiago del Estero frente a San Martín de Tucumán, Marcelo Gallardo resumió perfectamente el por qué de este gran presente del Huevo. “Creció desde su condición física, y con mucha más confianza en este aspecto“, rescató primeramente. Y allí radica gran parte de la clave de su levantada. Durante sus primeros meses en el club se vio un Acuña que no podía arriesgar al 100 desde lo físico, como si alguna cuestión lo limitara y no le permitía explotar su potencial.
El Huevo se volvió una pieza inamovible en el once titular de River.
“Después no voy a descubrir yo su categoría, es un futbolista que no pierde la pelota y tiene la templanza de un experimentado“, resumió luego el Muñeco. Y ahí se nos vienen a la cabeza esos momentos donde la protege con su cuerpo como un sabio y los rivales no pueden llegarle ni cerca a robársela, o cuando maneja los tiempos del traslado y el pase como si siempre tuviese un segundo más que la media.
“Fútbol y Huevo“, la fórmula del éxito que viene mostrando Marcos para empezar a sentirse uno de los grandes líderes futbolísticos y de contagio. Para certificar a la clase de jugador que fuimos a buscar. River lo necesitará en este máximo esplendor para soñar en grande y, si repite en la Libertadores aquellos rendimientos que se vieron en Estados Unidos, el equipo encontrará un plus enorme desde lo futbolístico y lo mental para seguir dando pasos hacia adelante. Necesitamos que se la siga creyendo en el buen sentido hasta que se convierta definitivamente en uno de los grandes referentes del plantel dentro y fuera de la cancha.
