El amistoso entre River y Pachuca es un verdadero dolor de ojos. No tanto por el nivel de juego que mostraron ambos equipos. Es cierto que se produjeron muchas imprecisiones y errores no forzados y que el espectáculo ofreció muy poco. Pero el gran responsable fue el campo de juego del Toyota Stadium.
Las primeras imagenes, en la previa del partido, mostraron un panorama por demás llamativo: el campo de juego estaba puntada con líneas, números y hasta publicidades que forman parte de otro deporte, el fútbol americano. Ya desde la entrada en calor se notaron también algunas imperfecciones.
Uno de los arcos, el que ocupó Franco Armani en la primera etapa, presentó una pintura en el área, de punta a punta, con un diseño cuadriculado, azul y amarillo. Repulsivo para la vista, y ni hablar para los protagonistas. Del otro lado, el área también está pintada con un color bordó y la inscripción “Montana”.
Más allá de las llamativas figuras que presentó el césped, el estado del terreno estuvo lejos de ser el mejor. Por las heladas y las condiciones climáticas adversas, la grama presentó algunos pozos y sectores “pelados”, donde la pelota picaba y salía disparada para cualquier lado. Un espectáculo que rozó el papelón, pura y exclusivamente por culpa del campo de juego.