Alrededor de 70.000 hinchas le dieron una bienvenida espectacular a River en el estadio Monumental. Un marco extraordinario para una cita trascendental: el partido de ida frente a Boca, correspondiente a los octavos de final de la Copa Libertadores.
Mientras River había logrado pasar de fase con apenas siete puntos en seis presentaciones y como peor segundo -es decir el equipo menos destacado de los 16 participantes-, Boca ostentaba 18 unidades sobre 18 posibles. Era el favorito y, como si fuera poco, definía la serie en su casa.
River llegaba con una caída fresca por 2-0 en el Superclásico del torneo local. Sin embargo, la historia fue muy distinta en la Libertadores. Con un gran trabajo de equipo, inteligencia táctica y convicción para luchar por cada pelota, el dominio psicológico se pudo plasmar en el resultado.
Tras una falta de Leandro Marín sobre el ingresado Gonzalo Martínez, Carlos Sánchez exhibió su enorme personalidad. Lejos del nerviosismo, aprovechó el penal a los 37 minutos del segundo tiempo para superar a Agustín Orion y darle el triunfo 1-0 al Más Grande.
¿La formación del Millonario? Marcelo Barovero; Emanuel Mammana, Jonatan Maidana, Ramiro Funes Mori, Leonel Vangioni; Sánchez, Leonardo Ponzio (ST 29′ Camilo Mayada), Matías Kranevitter, Sebastián Driussi (ST 27′ Martínez); Rodrigo Mora y Teófilo Gutiérrez, expulsado a los 43 minutos del complemento.
Una semana después, River mantuvo la serenidad, supo jugar con la desesperación de su rival y se encaminaba a la clasificación hasta que un ataque con gas pimienta antes del segundo tiempo impidió que varios jugadores pudieran seguir. La Conmebol decidió que el equipo dirigido por Marcelo Gallardo pasara de fase al descalificar a Boca.