El empate 0-0 fue bienvenido por las circunstancias adversas al jugar todo el segundo tiempo con uno menos por la expulsión de Ponzio, pero tampoco es para confiarse porque un gol de Racing en el estadio Monumental puede cambiar el panorama completamente.

La Copa Libertadores es especial. Apasionante, extremadamente difícil y muy traicionera a nivel histórico, sobre todo desde que existe el valor agregado para el gol en condición de visitante ante igualdad de puntos y tantos a favor. Por eso el empate positivo de esta noche debe tomarse con mesura porque fue en cero, sin marcar un gol en territorio ajeno. Pese a ese factor, River salió bien parado porque un triunfo en casa lo clasificará a cuartos de final luego de aguantar 45 minutos con un jugador menos por la expulsión de Leonardo Ponzio al término de la etapa inicial.

Una vez más River comprendió tácticamente cuál era cada circunstancia del encuentro para atacar y defenderse. Al principio tuvo algunas chances concretas para abrir la cuenta, pero el arquero Gabriel Arias le negó el grito a Gonzalo Martínez, mientras que Ignacio Scocco no pudo resolver y un remate de Javier Pinola salió apenas desviado. El 4-3-1-2 elegido sirvió para tapar la salida fe Racing y también a la hora de contragolpear mediante la velocidad del Pity más las pinceladas de un Exequiel Palacios que se ganó la titularidad. La Academia, en cambio, careció de cierto peso ofensivo, pero aun así exigió a Franco Armani con un potente derechazo de Gustavo Bou.

Tal como anticipó Marcelo Gallardo el martes pasado, las acciones se repartieron. Sin embargo, la roja a Ponzio modificó el panorama de cara al complemento porque obligó a que el conjunto de Núñez utilizara dos dibujos tácticos conservadores y replegados: 4-4-1 y 4-1-3-1. Bruno Zuculini supo reemplazar a Leo, los volantes fueron solidarios en la marca. Ocuparon bien los espacios, dieron lucha en cada sector y se acoplaron de manera correcta a una defensa fuerte, incluyendo al cuestionado Milton Casco. Nadie falló, todos se comprometieron y, cuando fue necesario, Armani apareció para taparle un tiro débil a Alexis Soto y desviarle un cabezazo a Jonathan Cristaldo.

Pese a que la idea del Muñeco siempre es que River sea protagonista en donde sea, la realidad hizo que tuviera que adoptar una postura defensiva para sostener el cero. Ni siquiera logró rematar en el complemento. Tampoco forzó un tiro de esquina, pero demostró que tiene carácter, solidez y disciplina táctica para sumar cuando la situación se presenta distinta a lo pensado. Así se llevó un empate positivo de Avellaneda, donde celebró de forma moderada, sabiendo que en el Monumental debe ganar sí o sí.

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