Hay personajes del mundo del deporte que trascienden todo tipo de fronteras. Son como extraterrestres que marcan épocas y nos regalan espectáculos llenos de talento permanente, y además se hacen querer por su humildad o su carisma.

Uno que pertenece a esa especie es Roger Federer. El tipo va camino a los 36 años y, cuando parecía que estaba gastando los últimos cartuchos de su carrera, aparece con una versión rejuvenecida y fresca de su tenis para llevarse por delante nuevamente a todos de la noche a la mañana. Porque los que son grandes de verdad siempre encuentran la manera de seguir transformándose en ganadores. Y el gran secreto que tienen es saber reinventarse.

Algo similar ocurre con Gallardo y su River modelo 2017. El Muñeco está lejos de retirarse, por supuesto, pero su prodigioso cerebro parece otra vez haber sacado de la galera una reinvención que le permitió empezar a encontrar una nueva gran versión del equipo. Nacho agarra la pelota hasta en posición de lateral derecho, como en el inicio de la jugada del gol de Alario en Mendoza, y después tiene libertades para moverse por donde se le antoje. Rojas auxilia y conecta como nos tiene acostumbrados, pero además muestra una versión incluso más ofensiva que la del 2014-2015, ya que lo vemos llegar mucho al vértice del área para tirar centros de gol. El Pity encuentra el mejor momento de su carrera a plena movilidad y lucidez, sacándole jugo a cada intervención y a la gran oferta de opciones de pase que ahora se le presentan. Casco por momentos se para casi al lado de Ponzio para que Rojas se abra, o aparece bien pegado a la raya cuando el Chino lo releva y se cierra. Driussi siempre ataca el espacio, ya sea pivoteando atrás del 9 o llegando vacío para terminar la jugada.

Todo va saliendo fluido y natural. El General Marcelo ha puesto el nuevo plan sobre la mesa, y sus soldados van entendiendo el mensaje cada partido mejor. Porque tenemos la gran ventaja de que en el banco está sentado un distinto. Un señor tocado por la varita, al que hay veces que todo lo que intenta le sale. En el momento más caliente del partido en Mendoza, saca a Alario y al goleador del campeonato. Pone a Mora que no movía una red hacía un año clavado. Y lo gana con gol de él. Como no podía ser de otra manera.

Pero más allá de esos toques de distinción, lo que nos pone contentos es que el equipo se mueve sincronizado y con sentido. Y a su vez los rivales se pasan la mayor parte del tiempo cansados corriendo atrás de la pelota, y perdidos porque no tienen referencias fijas para marcar. Después de mucho tiempo, un par de años inclusive, el funcionamiento colectivo de River justifica categóricamente los triunfos. Por eso no fue casual que hayamos vuelto a ganar tres partidos consecutivos en torneos locales después de 25 meses.

¿Quién hubiera imaginado que, después de su operación y del 2016 complicado que tuvo, Federer iba a arrancar el año ganando tres torneos importantes en fila? Nadie. ¿Quién hubiera imaginado que, después de un verano medio flojo y de aquel empate insulso contra Unión, este River iba a conseguir desde la llegada a Colombia cuatro triunfos seguidos, con muchos pasajes de fútbol de alto vuelo? Nadie.

Es que Roger y Marcelo siempre serán número uno en lo suyo, más allá de lo que pueda decir un ranking de la ATP o una tabla de cualquier campeonato. Disfrutémoslos cada segundo. Somos privilegiados por ser contemporáneos a semejantes próceres llenos de sabiduría y pasión por lo que hacen.

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