Diego Barrado se dio una vuelta por La Página Millonaria Radio para vivir la previa del partido frente a Atlético Tucumán y de paso recordar todo lo que fue su etapa en el club. El DT que más lo marcó, las similitudes entre Alario y Saviola, las piñas en San Pablo y aquel inolvidable gol a Olimpo.
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Si hay una voz autorizada para hablar de lo que será el trascendental choque de esta noche frente a Atlético Tucumán, esa es la de Diego Armando Barrado. El jugador nacido en Bragado se crió en Núñez, pero jugó cuatro años en el Decano y sabe mejor que nadie que River no la tendrá nada fácil en el Monumental José Fierro: “Se siente mucho la presión, más que nada porque la gente esta pegada. Si vos cuando vas a sacar un lateral, hacés un paso para atrás, te agarran con la mano, están muy cerquita. Prácticamente te están cantando en el oído. Y la verdad que los resultados que está teniendo Atlético, más de local, hace que la gente esté así. A los rivales se les hace muy difícil poder hacer el juego que vienen haciendo siempre. Pero yo creo que River tiene mucha experiencia, tiene jugadores que están en un momento espectacular y con eso no tiene que tener problemas”.
Con amigos de los dos lados, no se animó a jugársela por ninguno de los dos: “Está mitad y mitad, muy difícil. Porque River se está jugando cosas importantes y River es de los equipos que cuando juega cosas importantes, es muy difícil que falle. Y Atlético Tucumán, si bien ya no necesita puntos, quiere decorar el torneo con un triunfo importante. Los dos tienen muchas chances”.
En River, a los jugadores de Inferiores que no son Saviola o D’Alessandro
se les complica un poco más
En su paso por La Página Millonaria Radio, Barrado repasó su época de jugador del Más Grande y marcó diferencias con los demás clubes en los que jugó: “Cuando uno debuta en Primera siempre tiene el sueño de poder jugar, consagrarse, de hacer las cosas bien, pero también a los jugadores de Inferiores que no son Saviola o D’Alessandro se les complica un poco más. Y yo no era ni Saviola ni D’Alessandro, entonces lo mío era remarla, trabajar, ser responsable, aprender, porque a mí cuando me suben Primera estaba el Chacho, estaba Escudero. Cuando me tocó jugar, tuve la suerte de poder salir campeón en los primeros años que estuve jugando, que eso fue muy lindo. Pero River es muy difícil. Yo siempre digo que en cualquier club, en la semana vos podés regular y llegar al domingo. Y si andás bien vas a seguir jugando. En cambio, en River no. El domingo la tenés que romper, pero el martes cuando empieza la semana la tenés que romper en el entrenamiento también. Lo mismo los demás días de la semana. Se hace muy difícil mantenerse. Le pasa a los jugadores que vienen de afuera y que quizás la rompen en otros equipos. Fijate que el primer mes andan muy bien, pero después tienen un bajón. Es la misma presión que te da el club, que no sé como explicarla, pero vos tenés un partido día a día”.
Barrado tuvo tres etapas distintas con La Banda: “La primera vez que me fui yo me había roto los ligamentos. Cuando vuelvo a la pretemporada estaba Astrada y me dice que si quería tener continuidad, que era lo que uno necesitaba después de estar parado, él me daba la chance de que me vaya a algún lado. Ahí sale la posibilidad de ir a Racing y la verdad que fue un paso espectacular. Jugué casi todos los partidos, hicimos un gran torneo y justo se dio que Simeone volvió a jugar con nosotros. Fue una experiencia buenísima. Tras ese paso llegan algunas ofertas para irme a México y yo ya había decidido que me iba, pero River era el dueño de mi pase y como había tenido un muy buen torneo me dijeron que me quede. Era River, no lo dudé tampoco. Era chico y sabía lo que significaba. La segunda vez que me fui estaba Passarella. Me dijo que no me iba a tener en cuenta y me fui a Colón, que estaba Toresani. Ahí estuve un año y también me fue bastante bien. Iba a renovar el préstamo, pero justo River no me acuerdo a quien había vendido y me dijeron que me quede. Después me fui a Olimpo y lo mismo, tuve un muy buen torneo y tuve la chance de volver a River y de quedarme dos años más”.
Barrado tuvo tres etapas en el Más Grande: 2000-2004, 2005-2006 y 2008-2009
Gallego, Ramón Díaz, Manuel Pellegrini, Astrada y Simeone fueron los técnicos que lo dirigieron a lo largo de sus años en River. Sin embargo, Diego Armando se queda con el chileno por encima de todos: “Soy un afortunado porque tuve los mejores técnicos que podría haber tenido, pero hay uno al que no le fue tan bien y que la verdad que a mí me marcó que fue Manuel Pellegrini. Yo tuve muchos técnicos y por ahí pensaba ‘voy a ser técnico como este’. Pero cuando lo tuve a Pellegrini pensé ‘no puedo ser técnico nunca’. Estaba tan preparado él en tantos aspectos que uno sentía que no podía llegar nunca a esa preparación. La organización, el trato con el jugador, la clase de trabajos que nos hacía. Era recontra completo. Después con el correr del tiempo uno ve los clubes que dirigió y te das cuenta por qué llegó a estar ahí”.
Hablando de entrenadores, Barrado tiene la particularidad de haber hecho el curso de director técnico con nada más y nada menos que el Muñeco Gallardo: “Cuando estábamos ahí en River el Muñeco nos dijo si queríamos hacer el curso con él. Fuimos Ferrari, el Patito Galmarini y yo. Lo hicimos juntos así que nos recibimos el mismo día con Gallardo y Arruabarrena. Yo les decía que ellos se copiaban todo de mí y después estaban dirigiendo a los dos más grandes y yo estaba acá jugando. Así que si le hacen una nota al Muñeco diganle que me devuelva todos los machetes que me robó, jaja”.
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La similitud entre Saviola y Alario: “Yo jugué con Saviola, hice todas las inferiores con él. Y él la diferencia que hizo cuando debutó en Primera no la hacía en Inferiores ni en Reserva. Fue algo rarísimo. Era un muy buen jugador, pero cuando jugó en Primera la rompió. En Inferiores no demostraba eso, y con Alario me pasó algo parecido. Yo cuando lo vi en el Nacional B, se veía que era un jugador bárbaro, pero después cuando fue a River explotó y se convirtió en un crack”.
Cómo ve a Franco Zampedri en River, un jugador a quién él ya recomendó para Atlético Tucumán: “Tiene todo el potencial, unas condiciones bárbaras, no lo descubro yo. Tiene cosas que le he visto a muy pocos delanteros. Yo tengo 36 años y jugué en varios equipos. Con el físico que tiene, son muy pocos los delanteros que se mueven como él. Aparte tiene después lo que te hace jugar en el ascenso que tenés que ser muy bicho y él ya lo incorporó. Y la adaptación a Primera no le costó nada, entonces creo que si va a un equipo grande y más como River, creo que le puede ir muy bien”.
Los inconvenientes con su nombre en River: “Tuve problemas, bastantes. El primer día que firmé en Inferiores me dijeron ‘está todo bien, pero el segundo nombre no lo digas’ en tono de broma. Los primeros partidos cuando nombraban en los altoparlantes siempre había murmullo, así que le tuvieron que decir a la voz del estadio que no diga más el segundo nombre. Cosas así a las que uno también se acostumbra”.
Las piñas contra Sao Paulo en 2003: “Me acuerdo de todo porque el que arranca soy yo. Justo termina el partido y la pelota me queda a mí. Un brasilero como que viene a trabar y yo lo piso, pero normal, de juego. Cuando yo veo para atrás, no sé que me grita en brasilero (sic) y me tiró una trompada. Y cuando voy para atrás me queda su cara adelante de la mía. Y bueno, ahí atiné a bajar el brazo pero con la mano abierta. Le metí atrás de la oreja y le levanté los brazos al referí para que vea que yo no peleaba, que yo me defendía. Y ahí viene corriendo Ahumada, le mete una patada en la espalda y se disparó todo. Franco Costanzo se llevó dos o tres a la rastra, tremendo. Era He-Man, más grande que el arco”.
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El gol contra Olimpo en la consagración del Clausura 2003: “El día antes habíamos viajado 17 (al banco iban 5) y yo tenía todos los números para quedar afuera. Fue una sorpresa ir al banco y después tuve la suerte de entrar. Cuando entré íbamos 0 a 0, partido durísimo hasta que el Chapa saca ese zapatazo. Después lo mío fue solo empujarla para hacer el segundo. ¡Yo tenía menos gol, no sabía qué hacer! Levanté los brazos y creo que después ya me agarró Andrés y Demichelis. Estaba re contento, no sabía ni cómo festejar.
Leo Ponzio: “Lo tuve de compañero y es un león. Está muy bien, muy bien de la cabeza. Es uno de los jugadores que le torció el brazo al entrenador porque capaz que no era uno de sus preferidos y hoy es el alma del equipo. Por ahí otro jugador no hubiera aguantado, pero él dio una muestra muy grande de carácter en un momento en el que no jugaba y que lo querían muchos clubes. Él decidió quedarse y hoy junta los frutos de ese esfuerzo”.
Su presente en Juventud Unida de Gualeguachú: “Juego de enganche o de doble 5, también jugué por derecha en algunos partidos. La verdad que gracias a Dios estoy bien fisícamente y puedo hacerlo en los lugares que me pide el técnico”.
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