‘No te vayas, no me dejes, quédate conmigo un ratito más. No quiero llorar pero no aguanto, es que yo te amo tanto tanto, que no puedo dormir si vos te vas‘. Así empieza un temazo de Ráfaga que además de hacerme bailar, hace música lo que se me vino a la mente cuando leí que los alemanes venían por Alario. Siempre los alemanes. Ya los odiaba desde la película ‘La vida es bella’ y la final del mundial con ese gol de M*rio G*tze que me partió en dos, imaginate ahora.
Apenas me enteré del rumor sentí que era el fin. Y como me encanta la novela me la armé toda en dos segundos: primero vinieron los rusos por Driussi, ahora vienen por él. Ya está, perdimos todo. Sí, señor, así de dramática.
Hasta tiré una puteada al aire y un ‘¿pero cómo se atreven?’, indignada con la mano en el pecho. Correte, Andrea del Boca.
No, Lucas no. Y menos ahora. No ahora. No Lucas. No, basta.
Suficiente tuvimos que atravesar el vacío que dejaba Sebastián y cómo se desarmaba ese tridente glorioso que armaban junto con Gonzalo (¿quién te conoce, MSN?), ¿además tenemos que verlo partir a Alario?, ¿al Pipa? (el verdadero) Momentito, paremos la mano. Es como en el mar cuando no te terminás de reponer del arrastre de una ola que ya te golpea otra sin previo aviso. Quedás medio tarado.
Pensar en la ida de Alario me produce una tristeza bastante jodida, pero en realidad me hace enojar más que ponerme triste. Me hace re mil calentar.
¿Cómo te vas a ir?, ¿a dónde te vas a ir? Sos el goleador de River, sos el que siempre está, el de los goles importantes. El que nos salva cuando parece que todo está perdido. El que nos da un respiro más.
El que cabeceó y la metió ante Tigres en esa final decorada bajo la lluvia en el Monumental; el que nuevamente con esa cabeza nos dio el pase directo y la ilusión de jugar la final del Mundial de Clubes contra el Barcelona; el que (¡otra vez!) de cabeza anotó en la final de la Recopa Sudamericana. Es de hormigón ese cráneo, nene.
El que metió tres goles contra Rosario Central en la final de la Copa Argentina.
Lucas Alario, la figura que fue armando todo el caminito de la Copa Libertadores hasta la fecha, haciendo sus hazañas en Medellín, Melgar y Emelec. Siempre ahí.
¿Me entendés que no te podés ir nunca? ¿Cómo te vas a ir, Lucas? Me vuelvo loca, agarrenmé.
Pensar en que se vaya me enoja porque considero que no es reemplazable. Si bien nadie lo es, creo que él mucho menos. Le aporta calidad a River y forma parte de una delantera por momentos soberbia.
Si desde ‘Diario de una pasión’ no se veía tanto amor como cuando Lucas festeja los goles. Esa pasión, ese desahogo. Ese grito sagrado. Ese amor y respeto por la camiseta. Esa manera de vivirlo, de sentirlo.
Quedate, Pipa. Te diría que no te vayas nunca, pero a mis cortos veintiocho casi que soy una descreída del ‘para siempre’. Aunque sea te pido que te quedes hoy, y mañana, y unos meses más. Además Alemania, qué embole, ¿cómo se dice ‘gol del pipaaaaaa’ en alemán? Seguro no existe.
Dale, quedate. Vamos probando, vamos viendo. Yo creo que esta relación está funcionando, para vos, para todos nosotros. Para todo River. Está funcionando.
Y ustedes, alemanes, hay otro que le dicen ‘Pipa’ también, aunque sólo hace goles de cabotaje, porque Copas no juega. No te digo que tiene la misma calidad que el nuestro peeero, algo capaz pueden armar. Rajen de acá.
+ FIGURITA REPETIDA: Ya son ¡catorce! los clubes que quisieron a Alario.
+ SE DEFINE: Reunión clave entre D’Onofrio y el representante del Pipa.
+ RANKING: Los goles de Alario en River.