Si alguna certeza le quedó a Astrada luego de su visita a la Quema fue que el domingo frente a Boca juegan Vega y diez más. Para el espectador en general, bien podría decirse que fue “el día del arquero”. Ese que cuando niños usábamos jorobando como el día que nunca llega. ¿Por qué no? Ese puede ser el día de Boca, el domingo: el día que nunca va a llegar. Hay tanto triunfalismo de lengua fácil por el lado xeneize… ¿Quién asegura que lo de Vega no es una señal? ¿Y si todo River se contagia?

El “Indio” tuvo una actuación espectacular en los dos tiempos. Tapó varios tiros de media distancia, en especial de Toranzo, y le sacó a Bolatti la fotocopia del gol que el cordobés marcara para la Selección el miércoles frente a Uruguay.
Vega fue un coloso y justo es reconocerlo, Monzón, el guardametas del Globo, no le fue en zaga. De allí, la explicación del resultado más allá de la impericia a la hora de definir en ambos equipos.

Al término del partido ocurrió algo infrecuente para esta actualidad de groserías modernosas. “Vio que tengo manos”, le dijo Vega, al técnico de Huracán, el Sr Angel Cappa, quien en el enfrentamiento anterior se había referido despectivamente al guardameta. “No tenés dos, tenés cuatro”, le respondió el padre del tiki – tiki, con un gesto que no solo lavó su afrenta, sino que redobló su hombría de bien. Todo sin exabruptos. Extrañezas de nuestra argentinidad que luego retomaré.

Se viene el Superclásico y como siempre, cada River-Boca tiene un condimento distintivo. Y para el hincha de River de cara al domingo: “El Superclásio tiene sabor a final del mundo”. Mucho más éste, buscando quizá la única alegría importante del año.
Es justo reconocer que Astrada está trabajando a destajo en el reacomodamiento de las mismas piezas que formaron el rompecabezas con el que tropezó Gorosito.

Nada le sobra, es más, es muchísimo lo que le falta. Fundamentalmente, especialistas en las dos áreas. Tanto para darle seguridad a la última línea o para concretar las opciones de gol que como ayer se desperdiciaron a raudales. El fondo creció en autoridad, con el retraso de Almeyda, pero habría que evaluar si el Pelado no será más importante en la estructura que viene como doble 5 junto a Nico Domingo para controlar a Riquelme y Cía. ¿Y atrás quién? Vuelven Cabral, Orban, Coronel. Sea quien sea – “las mismas piezas…”- deberán trabajar fuerte en lo psicológico y recuperar la mentalidad ganadora extraviada.

Sin Villalva, River parece haber olvidado cómo se llega al gol. Es lo que hay…así que Buonanotte también será parte de esa columna, ya que ayer del trío armado con Ortega y Gallardo fue él único que se animó a pisar el área rival. El Burrito y el Muñeco por características futbolísticas y por su realidad física pueden garantizar, en la medida que posean espacios, impronta, panorama, pero a esta altura, sienten el área como un territorio hostil, dado la velocidad y la reacción que se requieren para jugar en las dieciocho.

Mauro Díaz, con características parecidas a ellos, posee más frescura y atraviesa otro “tiempo futbolístico”. Le falta madurez y le sobra atrevimiento. ¿Qué elegir? Bou puede ser una variante, aunque a su tremendo arranque deberá sumarle precisión y buen final. ¿Fabbiani?… sigue siendo una incógnita a develar.

A juzgar por los pronósticos, River cuenta con un elemento a favor, poco tenido en cuenta. Es demasiado punto y Boca demasiado banca. Cierto sesgo de fanfarronería,
y tilinguería propia de la argentinidad arriba mencionada, dejó traslucir la troupe periódistica bostera en el programa de Fantino del domingo por la noche. Estos últimos resultados favorables parecen haberles provocado cierta amnesia, de hace no menos tres semanas atrás.

El “autorrenunciado” Basile, hipócritamente desmentido, parece haber recuperado la sonrisa y superado el “sharap”. Aquel que crucificó a Román Iutch, de Radio Continental por ser uno de los críticos que tuvo la albiceleste, es lo mismo que Maradona derramando las clases de oralidad que Bill Clinton supo dar en privado. La soberbia ataca de nuevo y una regla se ha vuelto a confirmar: el triunfo no admite autocríticas.

Tanto que ese triunfalismo ciego es el punto más debil que el domingo tendrá Boca. Todos sabemos que el “peor enemigo de River, hoy es River”. Este Boca no tiene nada de imbatible. Habrá que superar las profecías autocumplidas del miedo a perder. No hay calamidad que dure 100 años. Hay medio país atrás aguardando la recuperación. Este es un estado transitorio del que por mandato histórico se tiene que salir. Sí o sí. Que sea el domingo.

Porque hay “que dejar todo y algo más”. Sería reparador desacomodar a Boca de su racha ganadora. Que hay que hacerlo, con inteligencia con sacrificio y humildad. Así como Vega tuvo su revancha, todo el equipo debe convencerse de lo mismo. Ellos la necesitan más que nadie y nosotros también, necesitamos un desahogo de felicidad. Como cuando éramos pibes hay que ir a la cancha pensando :¡Nos van a ganar …el día del arquero! Si Abbondanzieri es un desastre y el de Vega ya quedó en las efemérides. ¿Por qué no?