Mil nombres sonaron desde hace casi dos meses para llegar a River. Algunos imposibles, otros irrisorios. La gente siguió (y sigue) el minuto a minuto de un libro de pases que está matando el entusiasmo del hincha.

Un mes y medio pasó desde que River jugó su último partido oficial, cuando cayó 1-2 ante Arsenal. Gracias, Barovero; gracias, Vangioni, y todo hincha se ilusionó con un período extenso para reforzar al equipo, borrar las penas de un semestre nefasto y volver a ser.

Una oportunidad única para que la dirigencia se ganara elogios por incorporar jerarquía para el actual Campeón de América, pero esos elogios nunca llegaron. Claro, los refuerzos tampoco. La desesperación del hincha es el termómetro lógico del paso del tiempo y la decepción de comenzar un semestre, donde la motivación de pisar el Monumental otra vez pasa únicamente por ese amor eterno, incuestionable y hasta si se quiere “irracional”, que sólo podemos sentir los riverplatenses.

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Porque si pensamos en el “nuevo River”, cuesta apostar un pleno a lo que se viene. El único jugador confirmado hasta ahora para esta nueva etapa es Luciano Lollo, que llega luego de unas complicadas negociaciones, incluida una revisión médica no superada. Sí, así de tragicómico es nuestro mercado de pases.

Tratando de aún digerir la partida de uno de los mejores arqueros que hemos tenido en la historia, depositamos nuestra esperanza en los pergaminos de talento que ostenta Augusto Batalla. Volver a las raíces, apostar por el semillero es algo destacable y hasta necesario en el Millonario. Pero ya lo dijo Amadeo, “es el arco más grande del mundo”, por eso se necesita un competidor para ese puesto.

Sonó Guzmán, uno de los arqueros suplentes de la Selección, Armani, figura de la vigente Copa Libertadores, y hasta Sergio Romero. Pero caídos todos estos, ayer retumbó fuerte el nombre de Enrique Bologna. De 34 años y en vísperas de quedar libre de Gimnasia y Esgrima La Plata. Parecía una bomba al entusiasmo del hincha.

El Millonario volvió al trabajo y Gallardo planifica los 6 meses venideros con lo que tiene. Mientras aguarda como un hincha más que lleguen refuerzos nivel River, aunque el tiempo no puede dar marcha atrás, y el reloj ya comenzó la cuenta regresiva desde hace rato. La generación de expectativas ya tocó fondo y sólo la incorporación de al menos dos jugadores de peso puede funcionar como paliativo para el riverplatense que busca la ilusión robada en casi un mes y medio de un “mercado de rumores”.

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