Locuras riverplatenses en Japón

Los hinchas de River volvieron de Asia luego de vivir un sueño, cargados de anécdotas y recuerdos que jamás olvidarán. Historias que se mezclan con la simpatía y cordialidad de los japoneses que se enamoraron de la euforia riverplatense. Divertite con algunas de esas aventuras, y mandanos las tuyas.

La gente del Más Grande copó Japón. Invadió las calles de Osaka, Tokio, Yokohama y también de varias ciudades turísticas donde los colores millonarios tiñeron las calles. Kyoto fue uno de los destinos más solicitados por aquellos que lograron hacer algo de turismo además de alentar al Campeón de América en el Mundial de Clubes.

La mañana del 19 de diciembre, un día antes de la final soñada, se prestó para que cinco hinchas riverplatenses, Joni, Tincho, Pollo, Pablito y Damian, de Pompeya y Victoria, se lanzaran a las calles de Kyoto en bicicleta en busca de un templo. Luego de pedalear más de 5 kilómetros, fuera de la ciudad, se encontraron con un complejo de grandes templos, con un jardín con laguna y puentes (Daijaku-ji).

En la puerta principal del predio había muchos japoneses vestidos con traje negro y zapatos brillantes, que eran dejados ordenadamente en la puerta del santuario al ingresar. El gen argentino se apoderó de los turistas del Millo, que luego de sacarse las zapatillas, ingresaron. Claro, la vestimenta de los chicos de Pompeya y Victoria distaba mucho de la elegancia de los nipones: pantalón, remera y camperón del Más Grande.

La antesala estaba adornada con sábanas blancas que no dejaban ver el interior. Los japoneses parecían ignorar la presencia de los argentinos. Luego de que un japonés saliera de la sala principal, corriendo las cortinas, lograron ver que adentro se celebraba una ceremonia sagrada, a la cual, no pudieron ingresar, ya que muy amablemente les dieron a entender que ese día, no era apto para turismo allí. Al salir, Joni, Tincho, Pollo, Pablito y Damián descubrieron que habían estado ¡en el velatorio de un japonés!

En un escenario más festivo para los locales, miembros de la Filian New York y Connecticut también hicieron de las suyas. Luego del masivo banderazo en Yoyogi, a cinco cuadras del cruce de Shibuya, se toparon con un local a la calle donde el karaoke era la atracción popular. Se adueñaron del escenario y después de una pequeña lección de como entonar “el que no salta abandonó”, los nipones se unieron al canto millonario en pleno Tokio.

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