Se cumplen 25 años de uno de los clásicos más insólitos y extraños de la historia de los duelos entre River Plate y Boca Juniors. El 24 de junio de 1984 tenían que enfrentarse por la 13ª fecha del Campeonato de Primera División los dos viejos rivales, correspondiendo la localía a los xeneizes, pero ellos estaban atravesando una crisis impresionante que incluía la clausura de la Bombonera, en la que solamente se podía usar la parte baja, una platea y el viejo sector de palcos. Demasiado poco espacio para partidos de primera división y mucho menos aún para recibir a un superclásico. Ante la cercanía del Boca-River, el entonces presidente boquense, Domingo Corigliano, se reunión con el mandamás riverplatense Hugo Santilli y allí le solicitó jugar el partido de la 13ª fecha…en el Monumental.

Fue así como finalmente River jugó el clásico en casa, aunque como visitante y en condiciones extrañas. Los dirigentes acordaron que cada hinchada conservara sus tradicionales tribunas, es decir que el público riverplatense ocupó toda la Almirante Brown mientras que los de Boca fueron a la Centenario, claro que los socios boquenses ingresaban gratis, mientras que los millonarios tuvieron que abonar su entrada. Pero en donde se vio mayor diferencia fue en las cuestiones concernientes a la localía. Por ejemplo, los chicos alcanzapelotas estaban con el equipo de gimnasia azul con tiras amarillas, la “voz del estadio” transmitía avisos y resultados de las inferiores boquenses y los viejos tableros electrónicos de Autotrol, que en esa época aún funcionaban en los partidos de River, estaban apagados.

Vista la situación humillante, muchos hinchas de Boca decidieron no ir a ver el partido. La pésima situación deportiva que tuvo como deplorable fondo la goleada sufrida ante el Barcelona por 9-1 por el Joan Gamper; la social, con la clausura del estadio, y la económica, con los números de las camisetas pintados con marcador y desteñidos por la lluvia en un partido contra Atlanta, hizo que el público de Boca fuera en muy poca cantidad a ver el clásico, a lo que influyó también un fuerte diluvio que cayó antes y durante el encuentro.

River, en cambio, estaba levantando social y deportivamente tras el desastroso 1983. Luis Cubilla asumió la dirección técnica de un plantel que había incorporado a importantes valores como Nery Pumpido, Jorge Borelli, Roque Alfaro, Oscar Craiyacich, Edgardo Teglia y había “repatriado” al Beto Alonso. Con buenas actuaciones, River había llegado a la final del Nacional, perdiendo frente al mejor Ferro de todos los tiempos que fue muy superior en la final y media disputada (el segundo partido se suspendió por incidentes) y que se quedó con el torneo por un global de 4-0. Para el Campeonato de Primera División, el desafío del equipo de Cubilla era sumar puntos porque el equipo estaba penúltimo en la tabla de promedios del descenso. Finalmente, en agosto Cubilla renunció y tras breves apariciones de Martín Pando y Federico Vairo como técnicos, el 30 de septiembre asumiría el Bambino Veira, coronando una buena campaña y terminando en un meritorio cuarto puesto. Se estaba gestando el gran campeón que supo ganar todo dos años después.

Con respecto al clásico del 24 de junio de 1984, cabe destacar que si bien se jugó en un terreno barroso, fue un gran partido, con innumerables ocasiones de gol por bando y con algunos buenos desempeños del lado millonario, como el de Francescoli y Héctor Enrique. Boca se puso en ventaja con un tanto del uruguayo Ariel Krasouski a los 39 minutos del primer tiempo, pero a los 16 del complemento, un remate de Carlos Tapia, se desvió en Ivar Stafuza y descolocó al arquero Julio Balerio para decretar el empate a uno que no se iba a modificar. Tras el gol de River, siguió el buen juego y la incertidumbre por el resultado hasta el pitazo final del árbitro Teodoro Nitti. “Un partidazo para volver a ver”, tituló El Gráfico en portada. Incluso, en el epígrafe de la foto de tapa con la imagen de Francescoli y Hugo Alves, la propia revista los calificó como “protagonistas de un clásico como hacía tiempo no veíamos”. La formación de River en aquel histórico partido fue la siguiente: Pumpido; Saporiti, De los Santos, Karabín y Jorge García; Héctor Enrique, Olarticoechea y Tapia; Francescoli, Alonso (28 min. Villalba) y Teglia (46 min. Gorosito).

La hinchada de River entonó, como cántico preferido durante todo el partido, y entre otras burlas a los boquenses por la humillante situación padecida, el famoso “somos locales otra vez”. Razón no les faltaba.

Imagen: El Gráfico