(San Juan – Enviado especial) Con una formación alternativa e integrada por varios jugadores surgidos de las Divisiones Inferiores, River se impuso 3-1 sobre San Martín y permanece como uno de los líderes de la Superliga.

La apuesta era arriesgada, pero no había demasiadas opciones. Sin margen de error en la Copa Libertadores, donde debe lograr un milagro para clasificarse a las semifinales, Marcelo Gallardo sabía que era indispensable darles descanso a quienes piensa como titulares y también para aquellos que hicieron un enorme desgaste físico en la altura de Cochabamba. Por eso el Muñeco decidió realizar muchos cambios e incluso citó a cuatro juveniles de la Reserva para completar la delegación. Pese a que todas las miradas están puestas en la máxima competencia continental, el técnico necesitaba un triunfo en San Juan para que River pudiera alcanzar en la cima a Boca, que superó 4-1 a Godoy Cruz. La misión complicada terminó en triunfo sufrido, más allá del 3-1 definitivo, aunque feliz por la meta cumplida.

El comienzo de River fue demoledor en materia de contundencia: tan sólo iban 24 minutos cuando estaba 2-0 en el marcador, con apenas dos llegadas, un buen circuito de juego y ese registro que sería soñado para la revancha frente a Jorge Wilstermann. Un buen centro de Carlos Auzqui permitió que el colombiano Rafael Borré dejara atrás su mal partido en Bolivia, mientras que el propio responsable de la asistencia en el primer tanto se encargó de resolver un gran pase de Exequiel Palacios para estirar la cuenta. Semejante eficacia inevitablemente causaba el deseo de repetir la historia el próximo jueves. Sin embargo, el Millonario empezó a pasarla mal porque fue perdiendo intensidad poco a poco hasta padecer el descuento por un gol en contra de Auzqui, luego de un cabezazo fallido de Alexander Barboza en el tercer tiro de esquina consecutivo en favor de San Martín, imitando la acción del 0-1 hace tres días.

River mostró dos caras en esa etapa inicial: un funcionamiento con momentos de buen fútbol en la parte ofensiva, gracias a la capacidad de Ariel Rojas para encabezar los avances, y serios problemas abajo, donde Gonzalo Montiel tuvo que subsanar los inconvenientes que evidenció Barboza. La segunda parte fue de menor dinámica en cuanto a llegadas, pero siempre con el medio campo como zona de tránsito veloz. Gallardo modificó el 4-3-1-2 inicial para diseñar un 4-3-3 que, según las circunstancias, mutaba en 4-1-4-1. Matías Moya, de aportes destacados, salió para darle lugar a un Tomás Andrade irregular. La juventud mandaba en el Millonario y se acentuó porque el DT después incluyó a Alan Marcel Picazzo y Santiago Vera, ambos debutantes a nivel oficial, por Borré y Auzqui, respectivamente.

Sin profundidad suficiente en los últimos metros como consecuencia de la falta de desequilibrio en el cara a cara o un pase filtrado que tuviera la precisión justa para quedar mano a mano con Luis Ardente, River sufrió bastante porque San Martín amenazaba en cada ataque. Los contragolpes tampoco surtieron efecto para liquidar el encuentro. En ese contexto, La Banda celebró debido a que sobre la hora pudo hallar el 3-1 definitivo a través de un desborde del uruguayo Marcelo Saracchi para que Marcel resolviera en su tercer intento. El entrerriano de 18 años ratificó su poderío goleador de la Reserva y tuvo el respaldo de un Vera que exhibió algunos rastros de calidad. Si bien es cierto que la apuesta era arriesgada, Gallardo acertó para llevarse tres puntos de San Juan y seguir en lo más alto de la tabla de posiciones. Juventud, divino tesoro para la riqueza del Millonario, que de ninguna manera se rinde en cada frente de batalla.

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