Pasó el debut. No hubo carnaval. Pero nadie nos pinchó el pomo ni nos pisaron la manguera. Ya lo dijo Ortega y Gasset. El hombre está sujeto a sus circunstancias. Y el Negro, como el hincha de River, sabe que esto es lo que hay hoy. Que aquello de que “¡esto es River!” quedó en la gloria del Museo y en el clamor de su hinchada. No está en la calidad individual del plantel. Que apenas con Ortigoza y el Cabezón se le podría haber dado ese toque de distinción para volver a ser. Pero esto ya es cosa juzgada.
River comenzó el año por primera vez dispuesto a priorizar la cuestión económica. Y lejos quedaron los sueños de reforzar su equipo como para tener mayores aspiraciones. Sin embargo, como este juego es “la dinámica de lo impensado” -Dante Panzeri- nunca se sabe qué va a pasar ni siquiera dentro de siete días. Por lo pronto, en su primera presentación, River no defraudó ni mucho menos. Que debe mejorar, es cierto. Sin embargo, Jota Jota hizo gala de un principio de realidad y madurez, que parecen caracterizarlo ya, lejos, muy lejos de los cantos de sirena que piden algunos persistentes ilusionistas.
Desde la menesterosidad de un equipo casi sin banco, Jota Jota, le metió en la cabeza a su equipo hacerle honor a su nuevo “sponsor”. Se lo vio salir con el cuchillo entre los dientes. Tuvo actitud. Y si éste es el campeonato más duro de la historia para River, comenzó como Dios manda. No necesitó cascos de guerra, ni apelar al golpe como recurso táctico. Se lo vio compenetrado en hallar un planteo que lo aleje de cualquier descuido que le pueda resultar fatídico. Jamás me animaría a afirmar que éste es el paladar futbolístico de Jota Jota. No creo que haya técnicos que busquen boicotearse teniendo los recursos para jugar bien y ganar.
Y el Negro, aún con su extremadamente leal expresión de ser soldado de las personas, cuando lo más elevado es ser “militante” del Manto Sagrado, arrancó dando muestras de su mesura. Cada uno intenta lo que puede con lo que tiene. Qué lío se le armó al mandibulario disarmónico de Falcioni cuando tuvo que juntar a los que saben. Se salió de su libreto y sucumbió a otras circunstancias que eran previsibles. Tuvo que jugar a ser protagonista. Juntar a algunos jugadores de mucha calidad no es lo suyo. El Negro percibe que está obligado a buscar variantes ofensivas, tanto como su hinchada. Pero no desespera.
Es demasiada la diferencia cuando uno puede tener a mano ciento de ellas como el bull dog, a tener como único delantero a Caruso en el banco. Me resisto a pensar que Jota Jota esté más cerca de ser un Falcioni a lo Banfield, más que un técnico inteligente a la medida de este River 2011. Si no se regala y piensa mucho en los resultados lo hace por necesidad y no por convicción. Se le puede reprochar no hacer cambios más rápido y darles más rodaje a otros jugadores. Que el domingo no hizo entrar al Enano, es cierto. Demasiados libretos tenemos los hinchas.
Ahora, ¿esto era más importante que el de ir dándole confianza al once titular? Sólo cambió cuando notó el cansancio. Algo que a Cappa se le reprochó tanto. Hacer tantas modificaciones tampoco es solución. El River que se viene no cuenta todavía con ningún enganche hecho. Escuché por ahí que es un equipo lleno de “medios jugadores”. Jugadores todavía en formación y otros que no se pueden consolidar por razones varias. Lo comparto.¡Qué mejor entonces que darles minutos en cancha a esos chiquilines!
Los puntos negros, a mi juicio, los menos. Las circunstancias obligadas de no tener más variantes por afuera que la subida de Díaz y Ferrari -ambos de excelentes partidos en la primera y en la segunda etapa, uno y otro respectivamente, en cada una de ellas-. Entre otras cosas, ¿cuánto tiempo más tiene Villalva?. Y la segunda, -desde mi humilde punto de vista- al inmenso gasto que hace Pavone, le falta un toque de calidad. No siempre por más grandote que sea, tiene la obligación de llevarse al marcador a la rastra. Bien puede jugar a un toque con el volante que llega libre e ir a buscar la descarga. No sé si es una orden o un defecto del jugador acostumbrado a ganar por potencia física.
Lo cierto es que de haber sido más solidario, River podría haber llegado al gol. Otro puntito flojo se observó en las entregas de Román, demasiado apurado muchas veces de manera innecesaria. Lo demás. Para destacar el achique, el orden táctico. Ese mismo que se vio en aquellos 30 minutos de Mendoza contra Boca. Mientras tuvieron aire, bien los guardianes Almeyda y Acevedo y con personalidad y atrevimiento los pibitos Lamela y Lanzini. Este último, con alguna tendencia a llevarla demasiado, pero siempre con una concepción clara del toque corto y la sociedad con el que está vacío.
El resto salvo, el error infantil de Chichizola, después subsanado, tuvo un nivel parejo. No se puede esperar un River superlativo. Pero desde la austeridad que le toca en suerte, demostró que puede manejar la pelota y crear situaciones como para ganar. El resultado debió ser favorable a River. Pero lo interesante es mirar lo que dejó el equipo de cara al futuro. ¡Este no es River! O por lo menos el que todos conocimos. Pero quiere serlo.
Y como siempre demostramos, es el que amamos, profundamente. Que se va haciendo equipo respetando las prioridades. Esperan su turno Caruso, Buonanotte, Funes Mori, el Keko y quién dice… Si Boca, el inexpugnable equipo que el periodismo se ocupó de vender en el verano como “el campeón” sin salir a la cancha, dio lástima en su presentación. Después de tantas ponderaciones en el verano, ¿no habrá dirigido Falcioni a River y Jota Jota a Boca? Je, quién le dice que si comprendemos las “circunstancias”, River se agrande y se prenda en una pelea mayor. Para eso, todos debemos vencer el “miedo” que nos venden los de afuera y desde adentro dejar Kosovo y alentar todos unidos.