(Osaka – Enviados especiales) Para la final del próximo domingo, ante Barcelona o Guangzhou Evergrande, unos 3.000 hinchas más arribarán a Japón. La locura continúa y sigue causando asombro tanto entre propios como extraños.

Parecía un tanto exagerado pensar en 20.000 almas riverplatenses del otro lado del mundo. A 18.000 kilómetros del Monumental y pasajes para nada accesibles, sin olvidar los gastos de estadía, comida y traslados, lo que está ocurriendo es un fenómeno que quedará inexorablemente en el recuerdo durante décadas.

Lo sucedido en Osaka fue una auténtica invasión millonario con un solo objetivo: iniciar la conquista del mundo. Gracias al gol de Lucas Alario y las atajadas de Marcelo Barovero, ambos ovacionados, el conjunto que dirige Marcelo Gallardo se impuso 1-0 sobre Sanfrecce Hiroshima. Ahora todos se ilusionan con levantar la copa correspondiente al Mundial de Clubes, que cautivó a todos en una carpa llamada Trophy Exhibition.

Por lo pronto, este jueves, a las 7.30 hora argentina, Barcelona se medirá en Yokohama ante Guangzhou Evergrande, de China. La gente del Más Grande ya se ilusiona con enfrentarse al mejor equipo de todos los tiempos y, pese a saber el riesgo que implica ello, muchos necesitan presenciar un desafío así. A la multitud que alentó en el estadio Nagai, se sumará otra invasión: 3.000 fanáticos para copar el escenario de la final de la Copa del Mundo 2002.

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