Martes 7.30 y TyN acompaña el desayuno de los pibes antes de partir al colegio. Las imágenes muestran una inconcebible la multitud que hace cola para el canje sobre Figueroa Alcorta. “Pá, si yo fuera grande me quedo toda la noche para llegar primero”- me zampa uno de los pendex y me mata de amor bien temprano. Miro detenidamente la pantalla y lo entiendo. Yo era igual. Soy igual. Allí estás vos. Juegan River y Boca y uno se transforma. Hay regresiones, hipocondrías, insomnios, neurosis, euforias y miserias que muestran su cara más incómodas y antisociables.

Hay síntomas de cosquilleo ansioso que nos desvelan toda la semana previa, atentos a cualquier novedad de último momento. Hay una oreja parada en la radio de cada colectivero, el rabillo del ojo en cada sección deportiva de los que van sentados, un repaso a la tele en cada negocio de electrodomésticos, un entrar y salir de Internet en casa, absolutamente patológico. Rasgos paranoicos, de querer tener todo bajo control. De armar y desarmar nuestro once titular. Ayer, sin ir más lejos alguien lo daba a Buonanotte en el banco. Se me pusieron los pelos de punta, hasta que Continental tiró otro equipo donde lo incluían. Todo como si uno jugara o fuera técnico.

¿Puede ser tan inmensa la boludez?…o puede ser tan simple la vida que un triunfo el domingo nos puede inflar como un globo aerostático y volar de felicidad… Y reír…y cantar…y llorar, por algo que parece trivial, que sabemos manchado de trapisondas, que dura lo que un soplido. Y sin embargo… eso que hace rato no es más una piedra encajada en la planta de nuestros zapatos el domingo puede ser más rico que una torta de chocolate y esa corona de espinas que nos acompaña hace un tiempo, puede ser más atractiva que esa morocha que nos quita el sueño y una tarde se suelta el pelo en un guiño seductor.

Allí están esa infinita cola, en la que sobresalen los rostros de esa masa de “enfermos” que ocupó cuadras y cuadras apenas abrieron las ventanillas de canje. Los delatan sus camperas, sus remeras, sus joggins. Todo es blanco, rojo y negro. En las miradas hay otra cosa. Es una luz, que refleja la misma candidez que la de un niño frente a Dios. Aunque por qué no decirlo, también hay una suerte de rabia o furia latentes, bastante bien disimuladas. Pero hay ganas de soltarla, ya, cuanto antes. Hoy mañana, pasado, hasta el domingo a las 16.10 todo es River, para cada uno de nosotros.

Ese bullir de sangre rojiblanca, ya está en el aire. Atraviesa el país, cada geografía. Se filtra en cada colegio, en cada oficina, en cada taller, en cada casa. Recorre los patios de las escuelas descubriendo camisetas de la Banda debajo de los guardapolvos. Los stickers en los cuadernos y los libros. Se hace almanaque y se pinta la piel subiendo y bajando los pechos de alguna morena monumental. Está en el pulso del empleado que aprieta la tecla justa para que aparezca el último video de La Página Millonaria. El sitio explota con el: “Ya van a ver…lo que les espera el domingo”.

¿Quieren ver una fiesta?Vengan al Monumental- se lee por todos lados. Aquí está River: Irreverente, gallito, sacando a relucir el orgullo herido. Tirándole la historia al que venga por la cabeza. Somos nosotros, los primos genoveses, que nos fuimos de la Dársena porque nos gustaba más el río color de león. Ese que de la calma chicha hace sudestada en un instante y al pequeño Riachuelo es capaz de borrarlo del mapa. Somos nosotros. Estos locos que el barrio siempre reconoce. Somos los de la bandera en el balcón. Siempre… “aunque ganes o pierdas”. Los que no tenemos familia los domingos. Somos los que andamos siempre con el conjunto puesto a todos lados sin vergüenza. Somos los que en estas paradas cuando comenzamos a sentir que el flujo estruendoso de la sangre comienza a hervir. Se calienta mal. Y se calienta tanto que nos resulta increíble no poder estar.

¿Qué nos pase allá en la Boca?. Vaya y pase. Pero acá de locales, diez, quince, amigos a las 14 hs se quedan sin canje. No es justo. Se calcula que para canjear las 32.000 entradas en seis horas, son 5.333 por hora, 89 por minuto, una y media por segundo. Los números no cierran. Mucho menos, si ya estaban a la venta por Internet antes del partido y hoy miércoles en las adyacencias del Monumental lo más baratito se cotizaba entre 200 y 300 pesos. Siga el baile…que hay quienes saben hacer caja muy fácil. Mientras tanto el olor a podrido se adelanta. No lo trae Boca únicamente. Si no esta estafa al socio, que aún así va a volver a meter la mano en el bolsillo, mangar las últimas rupias que pueda para negociar con estos bandoleros.

Y el domingo “cueste lo que cueste…” intentar olvidarse de todo. Falta poco, ahora disfrutá la fiesta. Donde te toque estar. Rezá, cantá, gritá como si mañana se acabara el silbo de los pájaros, el sonido circular del movimiento planetario. Aullá como un lobo herido, roncá como un león hambriento, hacé de tu aliento un rugido atronador capaz de partir el átomo. Envolvé tu corazón en un trapo manto de nieve y río de sangre. Hacé posible que 50.000 almas sean una y que el único hedor que sientas sea el de la Centenario alta. El otro olor a podrido ya va a pasar y pronto.

Imagen: Fotobaires.