…toma conmigo café y es tan linda que da gusto verla (J.M.Serrat). Y nos regala un triunfo tan merecido como deseado. Una victoria en La Paternal, frente al duro Bicho de Borghi, que confirmó la levantada del equipo y quebró una racha de 16 partidos sin ganar de visitante.
Estratégicamente, el once millonario planteó el partido de manera muy inteligente (otro acierto de la dupla técnica). Frente a un rival que sabe ocupar muy bien los espacios en su complicado reducto. River se multiplicó en la mitad de cancha, armando una línea de cuatro volantes, que ahogaron fundamentalmente la circulación de Ortigoza – jugó al límite de la mala intención- y la movilidad de sus delanteros Hauche y Sosa. River, con Almeyda, un gigante, sobrando, con Cabral, superándose día a día, Nico Sánchez, criterioso, y Vega, con cosas de Fillol en uno o dos pelotas que sacó a quemarropa, mostró pocas fisuras, atrás.
Muy buena la idea de adelantar a Ferrari, como carrilero por derecha y Abelairas por izquierda. Ambos, hicieron ancha la cancha cuando nos tocó atacar y angosto cuando había que pasar la línea de la pelota. Domingo está profundizando el misterio que significó haber sido borrado por Gorosito. Dueño y patrón donde se decide el partido. Con un ida y vuelta tremendo, sobrándole energía para pasar al ataque como en el segundo tiempo. Está dicho que Argentinos mostró a algunos jugadores como Scotti –descalificador codazo a Fabbiani- , que abusaron del golpe artero y los agarrones. Pura impotencia, frente a un River que de a poco se lo nota más solidario y mucho más concentrado.
Barrado también fue figura, sin tanta presión, fue vertical, acompañando a los enganches-delanteros que armaron muchísimas jugadas de gol que se diluyeron por la falta de especialistas. Solo Buonanotte (se bancó todo el Enano) parece amigado con estos menesteres, aunque todos sabemos que no es su fuerte. Una realidad que nos cuesta caro, porque luego de un trámite tan favorable otra vez se terminó mirando el reloj.
Aunque esta vez, esa multitud que acompañó y dijo presente una vez más “cantando bajo la lluvia”, sin parar, se llevó el premio que merecía. Una incondicionalidad, a veces criticada, pero que también forma parte de este cambio de mentalidad. River volvió a la victoria y también volvieron a recuperar la confianza muchos jugadores. Lo que denota que desde lo emocional, el equipo se está recuperando.
Mauro Díaz que fue desequilibrante cuando entró. Pícaro, encarador y pausado cuando el equipo lo pedía (magnífica asistencia a Rosales en el segundo gol) y Rosales que entró con unas ganas que hace rato no se le veía. Después…la sabiduría de Ortega, gran conductor otra vez. Vivo para estar siempre libre. Pero errático en la definición, como si le faltara trabajar más ese poquito de velocidad a la hora de la definición. Aunque es cierto,“el tiempo es veloz” y si recuperara la potencia en el remate o de precisión en las dieciocho estaríamos hablando del crack de los noventa y no de este Burrito, que así y todo todavía hace diferencia.
Fue una noche de revancha, por el clásico que se nos escapó como agua entre los dedos, pero porque River volvió a ser River. Con las líneas bien juntas, el equipo corto y la pelota al pie, por momentos exquisitamente jugada, como en los dos golazos que convirtió. Por la memoria y el estilo.
Así sí. Empezamos a quedarnos tranquilos entendiendo que el fondo ya lo tocamos. Y ahora lo que nos espera es salir. El “efecto rebote” que pausadamente se venía vislumbrando ayer se concretó. Y era hora. Por los millones de riverplatenses que hay en todo el país. Por el grupo mismo, que se nota viene haciendo un gran esfuerzo. Por los que “no paran de alentar aunque ganes o pierdas”. Y por el auxiliar, que cuando terminó el partido fue a besar a al Pelado y éste, con esa paz que hoy transmite lo abrazó y le dijo: “¿Estás contento?”. Sí, Pelado, estamos muy contentos. Que se repita. “De vez en cuando la vida, nos besa en la boca y a colores se despliega como un atlas…”.
Imagen: Fotobaires.