Una nueva esperanza tenemos los hinchas de River en apenas siete días. Otra vez las expectativas, otra vez la ilusión. Otra vez una final.

Si bien la competencia más deseada de ganar era otra, y el hecho de haber estado casi a punto de lograrlo nos dejó golpeados y con un sabor amargo, esta es una nueva oportunidad para al menos sanar un poco el dolor, para levantar la cabeza otra vez y como siempre.

Es una chance para rearmarnos, para volver a ser los que no hace mucho tiempo atrás éramos, y para demostrar, y demostrarnos, quiénes somos.

Dicen por ahí, los que todo el año nos miraron por televisión, que esta ocasión es algo menor. Dicen que esta Copa no es importante, que no le interesa a nadie, que ganarla o no da lo mismo, que nos ponemos contentos con una final sin sentido. Dicen tantas cosas, la cuestión es que siempre dicen sobre River. Siempre.

Y sí, puede ser que una no tenga el mismo valor que la otra, eso está claro, en lo deportivo los títulos no son todos iguales. Pero podría asegurar con mi mayor convicción que les hubiera encantado poder jugarla, que les encantaría ser ellos los finalistas. Además de que, por supuesto, les hubiera encantado llegar a semifinales de Copa Libertadores y no tener que estar prendiendo el televisor para ver cómo la juegan otros. Estoy segura.

Obvio que queríamos ganarla, ¿cuál es la duda? Obvio que no se comparan unas copas con otras, y que la ilusión era muy grande y que el golpe posterior fue tremendo. River tuvo una semana negra, lo perseguía una nubecita de lluvia a todos lados mientras caminaba, como en los dibujitos. El resto salió a festejar nuestra derrota porque, claro, otra cosa no había. Estuvieron una semana riéndose de River, de golpe por todos lados estaba lleno de hinchas que hacía rato no veíamos, casi que descorchaban champagne y tiraban pirotecnia. Y cuando todos estaban esperando que además perdiéramos con Deportivo Morón y nos quedáramos fuera de la Copa Argentina, River demostró que pudo. Respiramos después de unos largos minutos bajo el agua. El resto se quedó con las ganas.

Algunos disfrutan más ver perder a otro que ganar ellos mismos. Y debe ser que River los tenía acostumbrados a otra cosa. En todos estos años de la era Gallardo River literalmente se cansó de ganar. Esta será la décima final en tres años. Entonces claro, ante la primera caída salieron todos a regocijarse por nuestras derrotas, se sacaron la bronca y el odio que se tuvieron que comer todos estos años cuando no paraban de vernos levantar copas por tv.

Y justamente eso es lo que están esperando que pase el nueve en Mendoza. Están contando los días, expectantes, deseosos de vernos perder, de vernos derrotados como estuvieron ellos todo este tiempo. Y nosotros también estamos contando los días, soñamos con que llegue ese sábado de una vez, algunos ya planeando el viaje para ir a alentar al equipo como siempre, en todas, en las malas, en las buenas, en las que sean.

Estamos ansiosos por ver a River otra vez, por verlo ganar, por verlo festejar, por verlo contento otra vez. No se confundan esto no es un premio consuelo, no hay que desmerecer ni subestimar nada de lo que se hizo con esfuerzo, porque si hubiera sido tan fácil y es tanto una estupidez ¿por qué no sos finalista vos? No sé por qué, pero te puedo decir que nosotros sí.

Demostremos que un mal momento no va a arruinar todos estos años de alegría, demostremos que seguimos de pie, que no nos rendimos. Esta es una nueva oportunidad para cerrar el año como de verdad nos merecemos, para reconstruirnos y volver a empezar rearmados en todos los sentidos. Demostremos quiénes somos, demostremos que somos River.