¿Creés en el amor para toda la vida? Yo si. Cuando alguien me pregunta ‘¿Quién te hizo de River cuando eras chico?’, no encuentro una respuesta rápida. Convengamos que no soy de los hinchas tradicionales que heredaron la pasión. Mi viejo es de San Lorenzo, lo que sí nos une es el ADN anti-Boca que incluso él lo tiene más arraigado que yo. Pero nunca insistió para que me haga cuervo. Para nada, dejó que elija, que decida, que me sienta identificado con mi elección.

Mi padrino era hincha de River, uno de mis hermanos también, pero no tengo en la memoria recuerdos extorsivos de ellos para que eligiera vestirme con el Manto Sagrado. Pero sí cierro los ojos y me acuerdo en mis cumpleaños allá recién arrancados los años 90′, mi alegría porque me habían regalado la camiseta del Más Grande. Cada vez que llegaba el 13 de noviembre, el 80% de mis regalos tenían los mismos colores. Tengo que admitir que aún sigue pasando eso.

Ramón, la Bruja Berti (Sí, viejo, es uno de los jugadores que me marcó cuando era chico), Burgos, el Burrito, Enzo, Hernán Díaz, Almeyda, Astrada, el Muñeco, Crespo, la Libertadores del 96′, el tricampeonato y la Supercopa, Bonano, Salas, Aimar, Saviola, Juan Pablo Ángel, Mascherano, otra vez Ramón y otra vez Gallardo, Barovero, Maidana, Ramiro, Ponzio, Sánchez, Alario. Puedo ir delimitando mi vida con nombres de jugadores que pasaron por River.

O con momentos, por ejemplo: terminé el primario cuando River ganó la Supercopa del 97, me egresé del secundario con el River de Comizzo, Celso Ayala, el Chori, Cavenaghi y D’alessandro, y recibí el título de periodista deportivo mientras en el Monumental jugaban Talamonti, Loeschbor y San Martín.

El gol de Juan Pablo Ángel contra Boca me encontró gritándolo por el balcón de mi casa como un desquiciado mientras mi vieja me trataba de calmar, el gol de Nasuti en la Libertadores 2004 me fundió en un abrazo con desconocidos y perdiendo a mi hermano en pleno festejo, el resurgir aquella tarde frente a Almirante Brown que significó el desahogo y mis ojos llorosos porque una parte de mi renacía, el parapam y el gol de Piscu también en el Monumental rodeado de amigos, la consagración en la Libertadores 2015 transformando el palco de prensa en una parte de la popular, y así puedo seguir mucho tiempo más.

También hay malas eh, ‘en el amor no todo es color de rosas’, y es verdad. Pero a uno eso lo fortalece. En las malas uno llora, el dolor también es una demostración de amor. De amor puro. Y en las negras, no abandonar es sinónimo de ser incondicional.

Te podés pelear, enojar, reconciliar, divertir, disfrutar, pero todo se reduce a lo mismo. El amor se vive, y desde que tengo uso de la razón, River me hace vivir. Parafraseo a Lito Costa Febre: “Te quiero hasta el final de nuestras vidas”, y así será Millonario querido porque sos parte de mi. Sé que vos que estás leyendo me entendés, asi que feliz día para vos también.