Un 10 de marzo, pero de 2002, se jugó el inolvidable clásico en La Bombonera en el que River venció a Boca por 3-0, con baile final, festejo en la lluvia y un golazo impresionante de emboquillada del exdefensor lateral que aún perdura en la retina de todos los riverplatenses.
Marcó dos goles en toda su carrera, pero uno hermoso e imborrable. No solo el contexto, sino el rival, las características del protagonista y la belleza de la definición, hicieron de la vaselina de Ricardo Rojas una proeza que quedará inmortalizada para siempre en los hinchas del Más Grande.
Con Ramón Díaz en el banco de suplentes, el Millonario le ganaba 2 a 0 a Boca como visitante y se llevaba tres puntos de oro. Pero lo mejor estaba por venir. Bajo la lluvia, el exlateral misionero se mandó al ataque en una excelente jugada colectiva y quedó afuera del área con la pelota en su poder.
En frente Roberto Abbondanzieri y detrás de él Clemente Rodríguez intentando robarle el balón. Fue allí cuando Rojas decidió picar la pelota por encima del arquero, desatando el delirio y la sorpresa de todos los simpatizantes del Más Grande.
El año pasado, en una carta a Revista 1986, el exdefensor se sinceró: “Cuando levanté la cabeza me encontraba solo frente al arquero y se me vino el mundo encima. Me pasaban mil imágenes por la cabeza. Fueron segundos pero parecieron una eternidad y me salió pegarle por arriba y nada más. Se me salían los ojos cuando miraba la pelota entrar lentamente y chocar con la red”.
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