Una persona se sienta ante un micrófono, prende una cámara, habla y dice. Algunas de esas personas, con esos dichos en este cada vez más democrático y menos regulado universo de la comunicación, divierten, acompañan, concientizan, entretienen, informan (o lo contrario), enseñan. Algunos se han formado, otros solo tienen dinero o, como dicen ahora, simplemente aura. Todos ellos sirven, suman. Pero hay también en este ámbito quien se sienta ante un micrófono, prende una cámara, se tapa la cara como un cobarde y dice que una persona tiene que quitarse la vida porque el equipo que dirige no gana.

No importa ya si el destinatario de ese mensaje repudiable se llama Marcelo Daniel Gallardo, que haya jugado más de 300 partidos en River, que también lo haya hecho en la Selección Argentina y en Europa. No importa que haya salido campeón en su primera experiencia como DT y que lo siguiente fuera protagonizar un ciclo histórico, hasta acá el más glorioso en la historia de un club inmenso en el que nos hizo volver a creer. Porque con Gallardo no solo gritamos goles, no solo le ganamos a Boca acá, allá y en todos lados. No solo cerramos los ojos por 30 segundos para sentir para siempre La Gloria Eterna. Se trató de una forma de ser.

Saquemos todo eso. Saquemos lo descarado y miserable que puede ser un comunicador partidario que encontró que siendo grosero y descarado podía ganarse unos likes. Gallardo es un tipo que cuando tenía 12 años se fue a probar a River y desde ese momento fue amor para toda la vida, pero no de pico, eh, que bien valioso hubiera sido también, sino de hechos. Tampoco importa ya eso. Gallardo es una persona. Un tipo con una esposa, hijos, hermanas, sobrinos, amigos. Un hombre de familia. Un ser humano. A ese tipo que vive, que es padre, esposo, hijo, hermano, tío y amigo mucho, muchísimo antes de ser DT de un equipo de fútbol, otro va, se sienta delante de un micrófono, prende una cámara, se pone una máscara y, porque River no gana todo lo que juega, le dice: “Si tiene un problema, que se suicide. Que se ahorque”.

Curiosamente, algunas horas antes de la canallada que se lanzó en la emisión que estas personas llevan a cabo, el profe Fernando Signorini, uno de los preparadores físicos más respetados en el mundo del fútbol, había visitado un programa emitido por stream y en una charla repleta de conceptos y enseñanzas, señaló otra barbaridad lanzada por otro comunicador que cruzó todo límite e instó a tomar medidas contra este tipo de mensajes.

A los mamarrachos

El mensaje de Fernando Signorini. “No es posible que cualquiera pueda decir cualquier cosa. Hay un conductor de una radio que insulta, que es vulgar, que es grosero y que dijo, por ejemplo, porque a mí me lo contó un periodista muy amigo y muy creíble, que el día que Gallardo volvió a River, él, porque estaba en contra de Demichelis, tal vez porque Demichelis es muy pintón, tiene una linda familia y una hermosa mujer y este es lo que es y alguien le dijo bueno, terminá con Martín, que en este momento está volando a México para hacerse cargo de Monterrey, él dijo: ‘¿En serio que está volando? Ojalá que se le caiga el avión. ¿Y cómo puede ser que nadie tome medidas? ¿Cuál es el mensaje a las nuevas generaciones? ¿Para qué sirve el deporte? ¿Para hacerte pedazos? Entonces este mamarracho, este monigote tendría que estar afuera y lo tendrían que encerrar en una biblioteca y enseñarle cosas con profundo sentido humanista porque el deporte si no sirve para eso, como alguna vez Ángel Cappa escribió en alguna pared de la Villa Zabaleta, cerca de la cancha de Huracán: ‘Si el fútbol no sirve para ser feliz, no sirve para nada‘”.

Decirle a una persona que se tiene que suicidar es repudiable, inaceptable y alguien debe poner un límite. La libertad no es decir cualquier cosa. Este tipo debe repensarse y los que hicieron silencio aprobatorio a su alrededor, también. Que River les cierre las puertas para siempre no alcanza, pero habría que empezar por ahí. No están a la altura moral.

José Ramón González. El hombre que le sugirió a Marcelo Gallardo que se quite la vida porque River no gana. Lo hizo con la cobardía de esconderse detrás de una máscara.

Gracias, Gallardo

La vida te pone a prueba, Marcelo. Como nos dijiste vos en nuestra casa después de ganar la final más importante de la historia, cuando nos pediste que te acompañemos a cerrar los ojos por 30 segundos para imaginar lo que hubiera sido algo que no fue porque vos estuviste ahí para darnos La Gloria Eterna. Gracias, Gallardo. Ayer, hoy (más que nunca) y para toda la vida.