Somos muchos. Muchísimos. Millones y millones. Nos contaron nuestras familias o amistades lo que se sintió en el 78 y el 86, pero no logramos nunca dimensionarlo en la vida real. Lo proyectamos y lo soñamos, pero no atravesó jamás nuestras pieles, y lo necesitamos como el aire para respirar. En el 90 y el 2014 la gloria nos tocó la puerta pero no estuvo dispuesta entrar a alegrarnos el corazón, y este 18 de diciembre del 2022 varias de las generaciones de seres humanos de este país tendremos otra vez la posibilidad histórica de conocer el perfume del campeón del mundo en cada hueso del esqueleto. Y por eso todo nos supera y nos vuelve sensibles.

 

Y después de 36 años sentimos que esta vez existe un no sé qué que camina por el aire y nos ilusiona como nunca. Porque encontramos esa versión de Messi absolutamente feliz que en ese aspecto se supera a sí mismo cada día, y que nunca deja de brillar y de jugar como un verdadero extraterrestre dentro de la cancha, habiendo sido una vez más el protagonista que nos rescató en los momentos más sensibles y complicados de un camino que había empezado torcido pero que encolumnados detrás de su zurda y su influencia pudimos empezar a torcer. Nadie en la historia de este deporte lo merece más que él. Nadie.

Y el 10 además está rodeado de un verdadero equipo también mutado en familia que no solo lo contiene sino que se complementa a la perfección con toda su magia. Y disfrutan a pleno de estar y compartir momentos en cada entrenamiento y cada concentración. Bromean, protagonizan grandes historias, y están unidos con una fortaleza que ya es inquebrantable más allá de los resultados. Con la locura sana del Dibu que se lleva a todos los rivales por delante y nos hace creer que nada lo va a destruir. Con un paredón defensivo encabezado por el guerrero Otamendi que está haciendo un mundial extraordinario. Con la inteligencia, la pausa, criterio y sacrificio de Alexis y De Paul para hacer ese trabajo tan silencioso pero necesario a la vez. Con un entrenador que ha tenido la capacidad y el coraje para tomar grandes decisiones y para convencer al mundo que merece ese lugar, rodeado de grandes colaboradores.

Y claro que sí, con esas dos grandes joyas riverplatenses que de la noche a la mañana se ganaron merecidamente su lugar y que han demostrado que no tienen ni techo ni límites para jugar al fútbol. Enzo desde la maestría y la cancha total en la cabeza para entender qué hacer con la pelota en cada momento. Y Julián, que corre y juega, corre y quita, corre y molesta, corre y presiona como ninguno en el mundo, corre y se lleva a todos puestos hasta meterse con pelota y todo en el arco, corre y nos emociona hasta las lágrimas y nos llena de orgullo.

Y nosotros, desde todas las tribunas que nos pongan a disposición en Qatar hasta cada una de las veredas, calles y rincones de nuestro país, en cada grito donde nos arrancamos las gargantas y en cada festejo donde dejamos una descarga emocional interminable, también tratamos de hacer fuerza, que les llegue el mensaje y jugar como uno más desde afuera. Porque creemos que esto se tiene que conseguir entre todos. Porque es así como dice el hit que se adueñó de nuestras mañanas, mediodías, tardes, noches y madrugadas, ¡¡¡QUIERO GANAR LA TERCERA, QUIERO SER CAMPEÓN MUNDIAL!!!. Ojalá se nos pueda dar, porque lo ansiamos tanto como lo merecemos. Vamos Argentina, carajo.