Tres jugados, tres ganados para River. Dos en condición de visitante. Nueve puntos sobre nueve posibles. Ya le ganó a todos sus rivales en el grupo y tiene muy encaminada la clasificación a los Octavos de Final de la Copa Libertadores. Es un arranque desde lo numérico y estadístico a paso firme.
Sin fisuras en ese aspecto. Líder del Grupo H, que ya tiene casi resuelto en la tercera fecha. Si bien lo importante arranca a partir de la siguiente etapa, no es algo menor resolver una instancia inicial que más de una vez nos trajo fuertes dolores de cabeza.
River está mejor de resultados que de rendimiento: ¿Sirve? Sí, claro
River está mejor de resultados que de rendimientos. Esa es otra verdad, también. El equipo hizo un discreto partido en Venezuela. Jugó y ganó muy bien con Nacional en casa y fue superior a Libertad en el siempre complicado Defensores del Chaco. ¿Sirve? Sí, claro. ¿Convence? Aún no. ¿Cierra? Eso depende de la óptica con que se lo evalúe. Posiblemente en ese deseo de obtener la quinta todos firmamos ganar sin gustar ni convencer hasta el último partido de esta Copa. Hay casos recientes de equipos que jugando mal llegaron a instancias finales.
Como poder, está claro que se puede. Ahora, no tengo dudas de que para aquellos que transitamos durante tantos años la esquina de Figueroa Alcorta y Udaondo nos gusta más elaborar un recorrido apoyado en méritos futbolísticos y no tan solo en el azar de los resultados. No es simplemente una cuestión de gustos. También se trata de generar confianza.
River ganó bien en Paraguay, pero no nos dejó en ese aspecto un aprobado rotundo. Tuvo baches, por momentos cierta desidia. Hizo buenos 30 minutos y consiguió el gol merecidamente, pero después se desactivó y cuando eso sucede habitualmente lo paga con goles en contra. Vuelve a enchufarse de a ratos y demuestra que por lo general es más que su rival. Pero empieza a errar pases, no concretar situaciones y se llena de inseguridades. Quizás porque sabe que atrás es frágil. Que, salvo Paulo Díaz, los demás hacen lo que pueden y por lo general cometen errores. Que la mitad de cancha, como ya dijimos infinita cantidad de veces, no recupera. Le cuesta ser oposición a nivel colectivo y deja en los pies de Rodrigo Villagra, Rodrigo Aliendro o Nicolás Fonseca la acción individual de marcar y cortar ataques rivales. Falta funcionamiento en ese mediocampo y más fortaleza en lo defensivo.
Ahora, también es cierto que cuando la pelota pasa por los hombres de ataque la sensación de peligro existe y el equipo tiene una cuota alta de gol en este 2024. Convierte en todos los encuentros. Y aún con decisiones equivocadas o acciones ofensivas no del todo precisas, los atacantes de River siempre generan preocupación en sus rivales. Esequiel Barco, Claudio Echeverri, Franco Mastantuono, Nacho Fernández, Manuel Lanzini, Facundo Colidio, Pablo Solari y Miguel Ángel Borja tienen virtudes con las cuales lastimar al adversario. Deberán potenciarlas y eliminar sus altibajos futbolísticos.
El uno x uno de los que lastiman en River
Ninguno hoy la está rompiendo toda. No hay una figura sobresaliente. Borja es el delantero indiscutido de este plantel y el goleador del torneo, pero tiene jornadas como las de Boca o Libertad que exasperan por su juego estático y poco comprometido. Pareciera que todos tienen que jugar para él, pero él no para el equipo. Ecuación inaceptable aún siendo un crack en lo suyo. El Colibrí dentro del área es mortal. Es el hombre gol de River y no es poco, pero aún así se le puede cuestionar algún aspecto que debería mejorar en beneficio del equipo.
Claudio Diablito Echeverri es la joya del club. El diferente y el distinto. El crack por quien el Manchester City invirtió millones de euros. No hay dudas de que debe jugar siempre y de titular, pero es necesario extender su prestación física en la cancha. Así como brilla, se apaga rápido.
Pablo Solari es inquieto, punzante, sacrificado y hace goles, pero deberá serenarse y ser más pensante en la terminación de la jugada.
Facundo Colidio tiene que ser más continuo en su nivel y rendimiento. No puede pasar de ser figura en un partido a ser el primer cambio en el siguiente. Tiene condiciones, pero hasta ahora no las explotó salvo en momentos puntuales.
Esequiel Barco deberá definirse: si es el proyecto de crack que se anunciaba cuando apareció en Independiente o el jugador consolidado que demostró ser con esta camiseta en el 2023 y que motivó a los dirigentes a hacer uso de la opción y comprar su pase. Esa irregularidad lo llevó al banco de suplentes, pero sigue siendo carta de desequilibrio.
Franco Mastantuono es juventud y talento. Es futuro y también presente. Es real que hubo partidos en los que le costó ingresar bien, pero igual tiene recursos maravillosos como para inventar un gol en un simple movimiento como ocurrió anoche ante Libertad. Es importante que siga sumando minutos, aunque sea entrando como suplente, pero no debe desaparecer ni quedar postergado.
Y dejo para el final a Manuel Lanzini. El 10 va mejorando partido a partido y eso genera un entusiasmo al pensar que River puede recuperar a ese jugador que se afirmó en el fútbol inglés y por el cual todos los mercados de pases de los últimos cuatro años los hinchas pedían por él. Su semestre en el 2023 estuvo lejos de esa expectativa. Su inicio de 2024 fue complicado por lesiones. Hoy parece ser su momento para ganarse un lugar en el equipo titular y ser el conductor de un equipo que desde la partida de Nico De La Cruz quedó acéfalo en esa función.
La cabeza de River
Insisto en el tema anímico. En la cabeza de River. En tratar de ser un equipo determinante y no uno liviano, con dudas y baches preocupantes. Es como que ante la adversidad desaparece la confianza. Se desmorona el nivel futbolístico. Y así sera difícil imponerse en partidos como el de Córdoba o como los que podrán venir en un futuro por Libertadores. Hay que hacerse fuerte de la cabeza y de espíritu. Si físicamente hoy no da para ser arrollador e intenso, que al menos el equipo sea firme y duro. Que tenga convicción. No se puede repetir actuaciones donde se vea a un River liviano y expuesto a una mano de KO de su rival. Porque si eso pasa se ganarán partidos contra rivales menores pero se sufrirá con los importantes. Y son esos los que hay que ganar para volver a ser campeón.
Mientras tanto, alcanza para superar este grupo inicial. Sentenciar si también alcanza para ganar la Copa es apresurado. Falta mucho para eso y el equipo puede crecer. Además hay un mercado de pases en el medio que deberá ser acertado y de excelencia para reforzar al plantel de cara a los tramos finales de la Copa. ¿Puestos para traer? Defensor central, lateral derecho, volante de marca, algún extremo y un delantero más.
Pero más allá de las posiciones que consideren necesario reforzar, lo que hay que traer es líderes. Carácter. Personalidad. Tipos que contagien desde su espíritu o desde su juego, pero que le den a River una fortaleza anímica que por ahora no mostró. Para ganar la Copa y el campeonato está prohibido ser liviano, ingenuo y pasivo. Lo que pasó ya esta. Dolió y enojó, pero se ira superando. En Paraguay se dio el primer paso. Era importante y necesario ganar para salir de esa situación de tristeza de los últimos días y recomponer las cosas para lo que viene.
Dirigentes, técnico y jugadores deberán dar lo mejor de sí para llevar a River a lo más alto y darle a la gente las alegrías y triunfos que exigen y merecen.