(San Juan – Enviado especial) River exhibió serios inconvenientes en los últimos metros y dejó en evidencia que le costará disimular la ausencia de Alario. Scocco se diluyó entre los marcadores centrales de Boca y los volantes tampoco ofrecieron suficientes soluciones.

La advertencia de Marcelo Gallardo durante la antesala al partido no alcanzó como motivación. “Van a tener que empezar a hacer goles”, avisó el Muñeco, refiriéndose a los jugadores que tiene del medio hacia adelante. Sin embargo, River careció de peso en las inmediaciones de Boca. Pese a que insistió bastante en el primer tiempo, estuvo ineficiente en el pase final. El asunto emperó en la segunda parte y, cuando era necesario hallar el empate para forzar una definición por penales, las respuestas brillaron por su ausencia.

El adiós inoportuno de Lucas Alario tuvo su primer capítulo posterior nada menos que en un Superclásico. Amistoso, sí, pero Superclásico al fin. Y frente a un adversario que se mostró firme atrás -vale reconocerlo-, el problema sobre la profundidad justamente se profundizó. Ignacio Scocco se movió permanentemente, hizo lo posible para asociarse al circuito ofensivo y marcó el pase en algunas circunstancias, aunque la falta de otro punta natural generó que Nacho se diluyera entre Paolo Goltz y Lisandro Magallán, los marcadores centrales de Boca.

Gallardo dispuso un 4-4-2 inicial -pero se transformó en 4-2-3-1 y 4-1-4-1 en determinados pasajes-, con Scocco y Nicolás De La Cruz como fórmula de ataque. Sin embargo, el uruguayo retrocedió permanentemente para sumarse a Ignacio Fernández, Ariel Rojas y Gonzalo Martínez. El Pity por momentos se situó como punta y hasta llegó a conformar una línea de tres delanteros, partiendo desde la izquierda, mientras que De La Cruz iba por el centro y Scocco por el costado derecho. Duró pocos minutos, hasta que finalizó el primer tiempo.

Los cambios tampoco surtieron efecto. Rafael Borré no pudo aprovechar dos posibilidades tras sendos envíos de pelota parada. Primero un cabezazo suyo se fue cerca del poste derecho y, a pocos segundos del cierre, no logró definir un muy buen pase de Martínez. El otro que entró para intentar modificar el panorama fue Carlos Auzqui, cuya tarea pasó inadvertida. El ex-Estudiantes de La Plata terminó acompañando al colombiano. Ambos carecieron de éxito y, al igual que los demás, nunca quedaron mano a mano con el arquero Guillermo Sara. River careció de profundidad y, paradójicamente, tiene un problema profundo.

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