Una victoria necesitaba Jesús. Era imperioso volverse con los tres puntos del Bajo Flores. Una “luz de almacén”, acaso, buscaba River en el sur. Una señal para seguir creyendo que mientras Almeyda busca incansablemente a sus “apóstoles”, logró un poco de oxígeno al sumar de a tres. En la semana, el Pelado cortó, copió y pegó sabiendo que había que despejar incógnitas rápidamente, porque los tiempos de River son más veloces que los del satélite que cayó en el Pacífico. Te devoran.
¿Será posible con este River? Esa fue la duda que nos martirizó durante la semana. El técnico manifestó su convicción y no le tembló el pulso en hacer cirugía mayor. Acertó en el once elegido. Buscó el partido y aunque se descompensó durante los primeros diez minutos, los pies de Chichizola en el penal le devolvieron la calma y para que el equipo pudiera convertirse en protagonista hasta el final. Ganó sin lucir, pero con autoridad. Volvió el “grito del cielo, Pompeya y más allá la inundación”, fueron testigos de la explosión del Nuevo gasómetro en las tribunas en una tarde de sábado que tuvo olor a domingo, desde el escenario, el colorido, el rival y la fiesta por el 2-0, nunca más oportuna.
Hizo posible el sur, gracias a las decisiones que tomó. Recuperó al expeditivo pero probado Ferrero, para formar dupla central con Maidana, donde demostró que se conocen de sobra. Apostó por el “Tano” Vella, ligeramente cuestionado por su aspereza, que jugó un partido a lo Hernán Díaz, dejando la vida en cada pelota. Cirigliano se comió la cancha. Encontró a su discípulo en el puesto que más dudas le generaba. El nuevo “Pelado” jugó un partido de menor a mayor y terminó dándole la razón a los que descubrieron en él un 5 de Selección. Optó por Maurito Díaz, quien se diluyó en la velocidad y lo trabado del trámite, pero que no debe bajarse de la lista de socios del Chori, el más apto técnica e intelectualmente, aún con intermitencias.
Y arriba, cuando la circunstancias lo volvieron a poner contra la pared, apostó por Funes Mori ante la súbita baja del capitán y goleador Cavenaghi. La pregunta del millón fue mancomunada: ¿Se bancaría el pibe la presión de reemplazar al Torito? Y Matías, que tomó nota de los goles que el mellizo metió durante la semana, le dio el respaldo que la mayoría de los hinchas de River no le dimos todavía. Así fue que “El Pumita”, a los dos minutos, bajó una pelota de pecho que cualquier otro le hubiera pegado de primera. Pero él, esperó que cayera y recién ahí remató, aunque a las manos de Monetti. Increíble. Ojo, también es cierto que cualquier otro se hubiera caído, pero el pibe siguió. Le marcó un pase al chori por la derecha y otro por la izquierda, que tampoco pudo concretar.
Sin embargo, a los tres del segundo tiempo, metió una bomba de zurda desde afuera del área como para gritarlo toda la semana. Después se soltó, pivoteó, hizo algunos lujos, le bajo una pelota al Chori de primera que no fue gol por centímetros. En fin, una actuación más que reconfortante. Recogió el aplauso del público que premió su perseverancia moral y ya ve que la pólvora se le empieza a secar y puede ser letal.
El resto, con algunas cosas para corregir, pero en general todos aprobados. En particular Sánchez y su tendencia a tener la bola un poquito más. Aunque siempre es más útil jugando a dos toques. Y Ocampo, con una “locomotividad” tremenda, aunque a veces improductiva si no revisa los frenos y el embrague. No siempre se puede jugar en quinta velocidad.
Triunfo en el sur, “la otra ciudad”, la de los descampados. Allí, donde se extiende la Buenos Aires humilde mirada de manera desconfiada y hostil, River se amigó con el triunfo quizás también porque su fútbol se amigó con la pelota. No parece casualidad tampoco que haya sido tras una semana donde los dirigentes y algunas personalidades del Mundo River fumaron la pipa de la paz, condición indispensable para salir de este padecimiento.
Vamos River, es hora de despegar. Los “apóstoles” de Matías empiezan a aparecer. Un triunfo para volver a soñar y bancarte hasta morir. Recuperar la grandeza y jamás “tu melena de nombre en el recuerdo y tu nombre flotando en el adiós”.



