¿Arranca o no arranca? No siempre arranca. Todavía no hay fútbol y sobrevivimos con pequeñas dosis de amistosos, copas pirulo, entrenamientos abiertos, partidos viejos por televisión de cable: el otro día haciendo zapping hasta me pareció ver que transmitían la final de un torneo de Winning Eleven, con relatos, comentarios y hasta un Benedetto virtual en el campo de juego preguntando por sensaciones al final del juego. Y cada tanto juega River. River tampoco arranca, todavía. Está recalculando en loop, no termina de agarrar ritmo. A lo mejor, pienso -rezo-, tenga que ver con que no se juega por nada, que el contexto de jugar por los puntos y por el dinero acelerará el proceso para observar a un equipo un poco más amable a la vista. Esperemos.
Lo que se ve hasta ahora es un equipo de jugadas, o que funciona sólo por espasmos, de a puchitos, como un tipo que pierde la memoria y de repente recuerda que tal vez se llame Oscar, o Julio, que tiene una hija, pero que tal vez sean dos, que vive en una ciudad de mar y arena, o por ahí sea una orillita de cara al río.
Personalmente, pienso que el equipo puede funcionar bien. Que si en algún momento Rojas es el Rojas del Mineirão, si le agarra la mano a la cadencia de nuestro fútbol-hiena después de un año y medio en el lánguido fut mexicano, si puede maridar bien su zurda con la de Nacho Fernández, el tim dará un salto cualitativo de funcionamiento, ofensiva (pase entre líneas, aprovechamiento de las subidas de los laterales) y defensivamente (ubicación y despliegue como ladero de Ponzio). Que con Alario la cosa cambiará mucho adelante, porque la mete pero por otras implicancias también: limpia el ataque, arrastra marcas que hacen goleador a Driussi, abre espacios hoy cerrados, le clarifica los pases a Fernández.
Hablando de Alario: qué alivio que se haya quedado. Y qué cagada es estar cortando clavos en cada receso: sufrir hasta último momento porque se puede ir tu jugador franquicia (o el propio Gallardo) es ya una insana costumbre, pero una costumbre que con el paso del tiempo parece cada vez más peligrosa. Porque dio la sensación de que de la decisión de Alario dependía todo el año deportivo de River. Que sin Alario el sueño de ganar otra vez la Copa Libertadores ya no era difícil sino imposible: yo lo pensé, calculo que la mayoría de ustedes también. Y ni hablar si se iba el entrenador. Da esa sensación. Que la vida de River últimamente es una sucesión de despedidas (por eso, entre otras cosas, el trabajo de Gallardo ha sido descomunal). Que pendemos de un hilo todo el tiempo, cada vez más. Gracias a Dios, o a la familia de Alario, o a Gallardo, o a sus compañeros, o a Bauza, o a la recomendación de Gigliotti (un minuto en el país y otra alegría), el tipo tomó la decisión de seguir acá. De ser Millonario antes que millonario: aunque no sea una prueba de amor sino una mera decisión de vida y de carrera, me gusta mentirme un poco esa épica. Pero es agotador saber que vamos a pasar por lo mismo dentro de seis meses, durante la Copa, y que no podemos hacer absolutamente nada para evitarlo. Qué va: que el fútbol arranque rápido así nos olvidamos del tema por un tiempo.
+ DÍA Y HORA: Para la vuelta del torneo.
+ ¿VUELVE?: Agremiados amenazó con hacer un paro.