Recién repuesto de las giras anteriores por Mendoza y Mar del Plata, nos tocó el peor destino del torneo: Salta. Nada que decir de la provincia, que es divina por donde se la mire, ni por su gente, que es muy amable y servicial, sino por lo lejos y oneroso que se nos hace llegar hasta “La Linda”.
Todo en contra. River último también en este torneo, jugadores que demostraron que no están a la altura de esta grandiosa institución y los 900 pesos que cuesta el pasaje hubiera hecho desistir a la mayoría de los hinchas. Pero como la pasión y la locura le ganan a la razón, sumado al cobro de unas horitas extras, me metí sin dudarlo en la web de Lan y saqué un pasaje rumbo a Salta, aunque con un itinerario complicado.
Trabajo-avión-estadio-avión-trabajo, casi sin tiempo para descansar, era la alternativa posible, y como no había otra opción, acepté. Así que después de un vuelo tranquilo, fui directo para el estadio, donde el clima reinante era festivo y se notaba que iba a haber una multitud, cosa que quedó demostrada 2 horas más tarde.
Impresionante colorido le pusieron a la salida del equipo los chicos de la filial Francescoli de Salta, aportando globos, muchísimas bengalas, bombas de estruendo y varios kilos de papeles. El aliento fue parejo y permanente durante todo el partido, acompañado por el ritmo de varios bombos y otros elementos de percusión.
A los 20 minutos del primer tiempo, llegó nuestro amigo Beto de San Justo, porque el avión en el que viajó se quedó demorado en Tucumán. El clima fue muy cordial, donde la gente -en su mayoría familias enteras de ambos clubes- compartió las plateas y la tribuna que le fue asignada a los cuervos.
El entretiempo transcurrió entre charlas con amigos, sándwiches de milanga y piropos a las promotoras del sponsor del torneo. El partido todos lo vieron, se jugó un poquito mejor, pero sin ilusionarnos demasiado porque más que esto no tenemos. Pensé que volvíamos a ganar después de mucho tiempo, pero ¡no! Otra vez sopa… gol de carambola sobre la hora y chau alegría.
La salida fue más que tranquila. Incluso, fue un ejemplo ver salir a un chico con un bombo riverplatense entre los cuervos y sin que nadie le dijera nada. Una situación impensada para nuestra ciudad porteña…
En la vuelta al hotel había muchísima gente esperando para sacarse fotos con los jugadores. Algunos se quedaron, como Ahumada, Ojeda y Abelairas, pero otros pasaron de largo como si fueran estrellas… tendrían que bajarlos a la tierra.
La noche nos juntó a todos los porteños en la mítica calle Balcarce comiendo deliciosas empanadas y tomando cerveza. Ahí nos cruzamos a Mariano Closs y Marcelo Benedetto, con quienes nos quedamos amenamente charlando un rato. Por ser miércoles no había mucho que hacer, así que fuimos a hacer la digestión a un barcito al que llenamos de camisetas riverplatenses.
Lo gracioso fue que pasaron unas personas y, al ver unas parejitas, gritaron: “Mirá quiénes son esos, Los mimosos del tablón”. No sabemos por qué lo dijeron…jajaja. De regreso al hotel, tuve dos horitas de sueño y nuevamente al aeropuerto, avión y de nuevo al trabajo, cansado, pero con la satisfacción de haber cumplido otra vez con lo que nos dicta el corazón.
Para destacar la ayuda que nos brindó el amigo Javier de la Peña Ortega, preocupándose por cada uno de nosotros para que todo saliera bien. Además, como es mi costumbre, quiero felicitar y nombrar a los chicos de Buenos Aires -con o sin bandera- que hicieron muchísimos kilómetros sólo por la camiseta.
Y como siempre, entre las que recuerdo, estuvieron presentes EL PALOMAR, HURLINGHAM, LAS PAREDES, LA PLATA, DEL VISO, ASADO Y VINO 77, LA PLAZA, SAN JUSTO, VARELA, PQUE PEREYRA, FIORITO, LA 42, CABALLITO, LOCOS X VOS, CHILAVERT, MUNRO, AGUILARES, TUCUMAN, BRAGADO, JUJUY Y TRISTAN SUAREZ.
Foto: La Página Millonaria
